El consumo mundial de café sufrió un duro revés al conocerse un informe de 1991 de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, dependiente de la Organización Mundial de la Salud, OMS, que lo ubicó en el listado de productos “posiblemente cancerígenos”, ligándolo con ligeros indicios del cáncer de páncreas. En virtud de resultados de investigaciones, la misma OMS lo excluyó más tarde de esa nómina fatal, estableciéndose más bien que degustar tres o más tazas de café al día disminuye la mortalidad prematura en el 18 % de hombres y 8 % de mujeres.

La actividad caficultora ecuatoriana, cultivo e industrialización, padeció un tremendo impacto que llevó a la ostensible reducción de las áreas bajo plantío a tal punto de que de 400.460 hectáreas reportadas en el 1992, ahora no se contabilizan ni 30.000 con una producción que no cubre el consumo nacional estimada en 250.000 sacos de 60 kilogramos, teniendo que importar el faltante para cumplir compromisos de exportación para marcar 145 millones de dólares en el 2024. En paralelo, cada semana se conocen nuevas virtualidades de la popular infusión, la más reciente habla de la influencia positiva de la degustación de hasta cuatro tazas de café en la microbiota intestinal, determinada por un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard con 22.000 voluntarios dentro de un programa de investigación angloamericana, encontrando que una bacteria benéfica identificada como Lawsonibacter asaccharolyticus, parte de la microbiota, presenta un vínculo estrecho con el consumo de café. Según los cálculos, “su nivel es de 4,5 a 8 veces mayor en la microbiota de los “bebedores empedernidos” que en la de los “no bebedores”, y de 3,4 a 6,4 veces mayor en la de los “bebedores moderados” respecto a los “no bebedores”, determinante del correcto equilibrio microbiano intestinal, criterio compartido por los socios científicos de la universidad de Trento (Italia).

El consumo regular se asocia a un menor riesgo de diabetes, cáncer, acumulación de grasa en el hígado, enfermedades cardiovasculares y mortalidad por cualquier causa, que obedece al contenido de polifenoles (forma de antioxidante). La cafeína se absorbe y pasa rápidamente hacia el cerebro. No se acumula en el torrente sanguíneo ni se almacena en el organismo, se elimina en la orina horas después de haber sido consumida, estimula o excita el cerebro y el sistema nervioso y puede emplearse para el alivio a corto plazo de la fatiga y la somnolencia.