O también preludio. Es la parte de una obra musical, una ópera, por ejemplo, con que se inicia la representación. También puede ser un preludio o llamarse “palabras liminares”. En todo caso, traigo a colación el vocablo porque me parece que elegimos un presidente de la República por un tiempo corto y que tal vez el presidente Daniel Noboa no se conformará y buscará su reelección. Es apenas lógico pensarlo. Ya en el ejercicio del mando verá todo de diferente manera porque el poder es como una bebida espirituosa que mientras más se la bebe más se la desea. Le gustará el poder en sí, como la autoridad que se siente obedecida, temida o admirada. El protocolo, que es orden, lo situará siempre en el primer lugar y cuando concurra a actos solemnes, las bandas militares ejecutarán los primeros compases del himno nacional en su honor. Sentirá un gran peso y la responsabilidad del cargo. En algún momento pensará que es ya un personaje histórico porque su nombre constará en los libros y su retrato quedará en el Salón Amarillo de Carondelet.

Claro que deberá ganar su prestigio con un buen gobierno. El pueblo votará por él si demuestra capacidad, honradez y anhelo de servir. Sabemos que encuentra un país endeudado, con muy poco dinero para atender las necesidades de seguridad y las consabidas de salud y educación. Tal vez tenga que enfrentar los daños del fenómeno de El Niño, que destruirá vidas, caminos y carreteras, edificios privados y públicos. Alguno de sus amigos deberá recordarle las destrucciones del invierno de 1997, que están documentadas en serias estadísticas de la Cepal, cifras que pueden ser una guía para su acción. Tenemos una naturaleza diversa: mientras en una parte del país llueve demasiado, en otras tenemos sequía. En estos días estamos sufriendo por la falta de previsión de las autoridades del sector eléctrico. Desde hace varios meses se anticipaba la crisis. No revisaron ni pusieron interés en las centrales termoeléctricas y sufrimos apagones. El presidente Guillermo Lasso tuvo que viajar personalmente a pedir auxilio del presidente de Colombia, Gustavo Petro, para atenuar los efectos de la imprevisión. Enhorabuena hizo el trabajo que sus ministros no hicieron.

El presidente electo va soltando con cuentagotas los nombres de su gabinete. ¿Será ese su estilo de gobierno? Debe saber que el palanqueo es inevitable. Los ministros recién nombrados tienen que destinar parte del tiempo de sus primeros meses en atender las recomendaciones de amigos, autoridades del mismo gobierno y hasta de parientes que le nacen, nadie sabe de dónde, que se presentan con la cartita, la esquelita, el recado, los mensajes de “redes sociales” a buscar empleo. A veces puede ser hasta divertido si lo toma con el humor de quien ya lo sabe.

Hemos elegido un gobierno para año y medio, que puede prolongarse por cuatro años más, y si lo interpretamos de esta manera, hay lugar para la indulgencia en los juicios que deberemos hacernos para considerar al nuevo Ejecutivo. Mientras tanto, hay que apoyar los esfuerzos de este joven con voluntad de servir. Lo que venga después de los cinco años solo quien tiene la bola de cristal lo sabe. No la tengo. (O)