Según la numerología, el 9 es considerado el número de la espiritualidad y la compasión, representa la generosidad humana y la evolución espiritual y es el número que resulta de sumar 2+0+2+5, el año que recién empieza. Desconozco si estas teorías son acertadas o son solo artificios que utilizan algunas personas para encontrar esperanza en la vida, pero me gusta creer que este año tendrá compasión y generosidad humana, tal vez, dos elementos que se van disipando en una vorágine de actividades diarias que tienen como eje central nuestro ego. Por tanto, me pregunto en el inicio de esta nueva etapa ¿hasta qué punto la vanidad es nuestro motor?

Por ejemplo, el día de hoy, ya estamos cansados de las frases cliché de “la página en blanco que espera ser llenada”, “las 365 nuevas oportunidades” y todas las palabras que repetimos cuando un año termina y uno nuevo comienza, pero ¿hemos hecho alguna vez la diferencia? Temo que con el paso del tiempo nos volvemos más dependientes de la opinión pública, del qué dirán y de aparentar una constante felicidad para las redes sociales sin importar qué sucede en la vida real. Seguramente el peso y el paso de los años ha hecho que pierda el interés por la mirada de los otros y me enfoque en mi familia, en vivir más hacia adentro y menos para la exposición. Aprendí que buscar la aprobación es una pérdida de tiempo, además es absolutamente desgastante, no somos una moneda de oro bañada en chocolate para que todos nos amen y deseen. También, está claro que las redes sociales son un mundo edulcorado exclusivamente para vender humo y alimentar la envidia. Por supuesto, hay excepciones y es lindo ver triunfos y alegrías de quienes queremos, pero no podemos volvernos consumidores adictos de un like y dejar pasar la vida real.

En consecuencia, este año que representa algunas cosas importantes a nivel personal, lo voy a tomar como un ejercicio de humildad. ¿Hasta qué punto somos capaces de trabajar y vivir en silencio sin buscar el aplauso del resto? Enero suele ser un mes que se siente largo, parece que sus días se extienden eternamente y la queja constante es parte de la dinámica colectiva en redes, nos volvemos una gran masa humana carga montón repitiendo frases sobre lo demorado que va el tiempo, pero ¿y si esta vez lo hacemos distinto? Pongámonos metas semanales que nos hagan sentir que el tiempo que transcurre es productivo, recordemos que el regalo es estar vivos y quejarnos por los días de vida es un sinsentido. Tengamos presente que cada día tiene su momento y hay un momento para todo en el día, no vale la pena afanarse ni agobiarse, de repente, nos falta organizarnos mejor o cambiar las prioridades.

Corolario, las arenas de nuestro reloj avanzarán a la velocidad que deban hacerlo y no importa cuánto deseemos agitarlo, nada sucederá antes del momento perfecto, así que mantengamos nuestra cabeza ocupada para que la espera no desespere. En esa misma línea, hago mía las palabras de Allan Cohen: “No esperes a que las condiciones sean perfectas para empezar, el empezar hace las condiciones perfectas”, así que vamos a trabajar para que este 2025 sea nuestro mejor año. (O)