En las últimas semanas, he seguido de cerca dos casos de adolescentes de 13 y 17 años que fueron víctimas de violación, porque dirijo una fundación (JuntasXEllas) que brinda atención psicológica a mujeres, adolescentes y niñas. Según el Código de la Niñez y Adolescencia en Ecuador, son adolescentes, y según el Código Orgánico Integral Penal, si la víctima es menor de 14 años, la pena es agravada. Qué impotencia e injusticia tener que llamarle víctima a una mujer que debería solo ser niña o adolescente.
Este problema de violencia no va a terminar si no eliminamos el concepto de que las mujeres (niñas) tienen la culpa.
El concepto de violación y lo que implica es horroroso, doloroso, desgarrador, crudo. Un concepto que tiene su razón de ser en el consentir. Consentir como una de las muestras más claras de nuestras libertades, y la violación como uno de los actos más atroces que vejan esta libertad. Una agresión en la que priman el poder, la fuerza y la dominación.
¿Saben qué fue lo primero que le dijeron a la niña de 17 y a su madre luego de lo sucedido? Que la culpable era ella por provocar, que no denuncien porque la cárcel a los violadores no les trata bien y que una denuncia destruiría a la familia, porque el violador era su tío.
Este problema de violencia no va a terminar si no eliminamos el concepto de que las mujeres (niñas) tienen la culpa. Qué dolor tener que aclararlo tantas veces. La cárcel es horrorosa, y muchas veces he creído que las penas para violadores deberían ser más duras y que la reparación es insuficiente. Confieso que siempre se me pasa por la mente que un violador merece morir, y lo hago con dolor y rabia de mí misma, porque honro y valoro la vida, pero no sabría cómo reaccionar si veo a una mujer cercana a mí pasar por una situación como esa.
¿Y saben qué fue lo primero que pregunté yo cuando me pusieron al tanto? Si la niña estaba embarazada, si se había proporcionado un anticonceptivo de emergencia, si es que tenía asesoría legal y psicológica para abortar si lo consideraban necesario. ¿Por qué? Porque la maternidad en casos de violación debe ser deseada o no, así, sin medias tintas. Interrumpir el embarazo debe ser UNA de las opciones claras y reguladas.
Porque de estar en esa posición tan escalofriante, quisiera saber que cuento con mis opciones para poder sobrellevar el hecho. Porque quisiera ser orientada claramente sin vicios sobre la realidad de lo que implica. Porque a mis 24 años no me ha tocado a mí y lo agradezco mientras me gana la impotencia porque la cifra de violaciones no disminuye con el pasar de los años. Porque sé que mi vida hubiese sido distinta si me hubiera pasado a esa edad. Porque siempre he soñado con el privilegio de una maternidad plena y amorosa. Porque sé que la maternidad y paternidad deben ser conscientes y responsables, compartidas y respetadas en pro de los derechos de los niños. Porque no hay manera de que una niña deba ser obligada a criar a un hijo de un agresor y, si así fuera, que existan herramientas necesarias para acompañar el proceso.
Cuatro niñas dan a luz por día en Ecuador. En la cifra de 1.631 niñas en 2021 no se contabilizan las violaciones que no terminaron en embarazo… las niñas no deberían ser tomadas en cuenta como cifras y, sobre todo, NO deberían ser madres. (O)