Las apuestas hacen parte de la vida. Lo hacemos con los cercanos para ponerle más picante a algún evento interesante (deportivo u amoroso ¿a ver si te lanzas…?). Las había en el Coliseo romano y probablemente en las Olimpiadas griegas.

Veamos algunos pasos históricos alrededor del Reino Unido, país de apuestas de todo tipo. Hasta la Edad Media los marcos regulatorios estuvieron influenciados por la religión que los condenaba, pero persistió en círculos clandestinos, mezclándose con el crimen organizado (ojo, desde esa época), y el panorama cambió en 1190, con la introducción de las primeras leyes sobre el juego. Más tarde, los hipódromos se convirtieron en una atracción popular (ver películas o series como Peaky Blinders) con manipulaciones mafiosas. Las apuestas deportivas se limitaban a predecir el ganador hasta que, en 1700, Harry Ogden reconoció las probabilidades de victoria de los caballos, introduciendo el concepto moderno de casas de apuestas. La Ley de 1853 prohibió de facto las apuestas, pero esto provocó un aumento considerable del juego callejero, y la Ley de 1960 se fue al otro extremo: permitió la existencia de casas de apuestas y apenas en 1 año ya habían más de 10.000, y hasta 1991 la atención se centró en las tiendas físicas y las apuestas telefónicas. En 1961, también, un hito importante: aparición de los deportes virtuales, gracias a IBM. En 1991, con la llegada del internet público, surgió la primera casa de apuestas deportivas online. En 2002, otro hito, las apuestas en directo permitieron apostar mientras los eventos se desarrollaban. Y en los 2000, con el auge de los móviles, los operadores ampliaron su oferta deportiva, permitiendo apostar simultáneamente en diversos deportes. Ejemplos de avances (¿o retrocesos?), en 2018, la Corte Suprema de los Estados Unidos permitió que los gobiernos estatales autoricen las apuestas deportivas, y ya hay más de 40 estados donde son legales. Latinoamérica ha visto un crecimiento exponencial y estas marcas han invadido equipos y competiciones (Copa Libertadores y la Liga Pro ecuatoriana son un ejemplo).

El mercado mundial legal de loterías y apuestas se estima supera los $ 300 mil millones (el 50 % en Asia), y ha habido compras y fusiones por valores que superan incluso algunos miles de millones. Pero desgraciadamente las apuestas ilegales que pueden superar el billón de dólares, se han convertido según las Naciones Unidas en “uno de los principales motores de la corrupción en el deporte y de lavado de dinero para la delincuencia organizada”.

Están fuertemente conectadas con la manipulación o amaño de partidos, lo hemos visto en Ecuador: jugadores abaleados probablemente porque no aceptaron ser comprados o no cumplieron los acuerdos, equipos sancionados por amaño de partidos en la primera B, amenazas y más. Siempre recuerdo a mi madre que hace 60 años nos hablaba del Jogo do Bicho en Río de Janeiro, un juego popular e “inocente” de apuestas que luego fue captado por las mafias. Y un amigo croata que jugó hace 30 años fútbol en la segunda italiana, y perdió su entusiasmo a causa del amaño de partidos … ¡las apuestas no son malas, pero con la presencia de las mafias se ha vuelto un tema gravísimo y difícil de enfrentar, igual que el resto de sus negocios! (O)