A propósito de lo ocurrido en Quito en estos días, me he acordado del delicioso relato de Cervantes sobre las bodas de Camacho el rico, en la que contrastan la opinión práctica de Sancho Panza, mirando solo a su propia satisfacción, y las lecciones severas, de orden moral, que le imparte el Quijote. Las opiniones emitidas por diversas personas en las redes sociales participan, unas de la opinión de Sancho y otras del Quijote, como ocurre siempre. El asunto no habría llamado a escándalo si los organizadores de la boda que tuvo lugar en la iglesia y plaza de San Francisco no hubiesen dirigido una carta al Municipio Metropolitano pidiéndole cerrar al tráfico las calles aledañas y el retiro de gentes que piden caridad. Esto produjo la indignación general que fue recogida y manifestada por la propia Presidencia de la República, advirtiendo severas sanciones a los eventuales funcionarios públicos que hubiesen participado en la gestión para obtener estas concesiones; al final, la responsabilidad la asume en exclusiva la compañía organizadora, como gajes del oficio, aunque pocos lo crean. Si la Presidencia ha intervenido es obvio que quiere librarse del costo político que estas discriminaciones pueden traerle en el delicadísimo momento político que vive el país, en el que ya se avizora que puede haber un recurso a una consulta popular sobre materias constitucionales y legales, y aun a una elección general, utilizando el mecanismo llamado popularmente de la muerte cruzada. Así lo han dejado entrever tanto el presidente como la ministra de Gobierno en ya algunas ocasiones, como salida o respuesta a si la Asamblea no llegara a aprobar las propuestas del Gobierno, ya anunciadas desde el período electoral. Se podría interpretar que recuerdan estas posibilidades previstas en la Constitución para decidir a los asambleístas a aceptar las propuestas del Ejecutivo presionados porque se cierne en el aire, sobre ellos, esta espada de Damocles. Pero ya ha habido una respuesta de un sector importante de la oposición: le escuché en Ecuavisa, el lunes 6 de septiembre, a uno de los asambleístas de UNES, Ronny Aleaga, rechazar las amenazas y manifestar que ellos están dispuestos a ir a la muerte cruzada. ¿Se sienten fuertes o no quieren demostrar debilidad, temor? Al momento, el presidente parece encontrarse en un gran momento por el éxito de la campaña de vacunación y por el desgaste impresionantemente rápido de la Asamblea y los partidos de oposición. Este momento de popularidad personal, como suele ocurrir, es muy difícil de mantenerlo por un tiempo largo, más todavía si el Gobierno no logra que le sean aprobados sus proyectos de ley por su debilidad política en la Asamblea. Con la agudeza que le es característica, Simón Pachano dice que la ministra de Gobierno conforma heroicamente un frente político unipersonal. Decimos, nosotros, que se la ve sola en medio de competentes funcionarios tecnócratas no familiarizados con la política. Tal como están las cosas, no se ven otros caminos que los que la Constitución prevé y a los que han aludido directa o indirectamente el presidente y la ministra: consulta popular y muerte cruzada. (O)