La pregunta de la consulta popular es engañosa. Redactada en 2013, luego del fracaso de la iniciativa Yasuní, no hace referencia al desarrollo subsecuente del campo petrolero ITT/Bloque 43, que produce 57.500 barriles por día. Es lo pertinente para reflejar la situación actual en territorio, al cabo de diez años, a fin de favorecer una consulta informada. La interrogante se formula de un modo simplista sobre mantener la reserva petrolera en el subsuelo, con un sesgo que induce la respuesta afirmativa del elector, generando confusión sobre sus verdaderas implicaciones.
Lo curioso es que el tema estaba olvidado y lejos de considerarse una prioridad en el marco de la agenda nacional. Ni siquiera los colectivos promotores de la consulta hace una década habían continuado con el alboroto de su causa, silenciado por el desarrollo responsable de las actividades petroleras en el yacimiento ITT, que se ha realizado con un impacto ambiental mínimo.
En momentos que la producción petrolera comienza a declinar, después de cinco años de mantenerse, más o menos, en 500 mil barriles por día (bpd), habiendo mermado a una banda entre 450 y 470 mil bpd, la consulta no puede ser más inoportuna y contraproducente para el fortalecimiento de la economía nacional, agravando, acaso, el desfinanciamiento endémico del sector público. La perspectiva de prescindir de un ingreso proveniente de dicho campo, equivalente a 1.200 millones de dólares anuales, es nefasta. Una suerte de suicido político-económico.
La posible salida del ITT también dejaría secuelas para la operación del OCP
Más aún, en circunstancias que la balanza petrolera tiende a menguar por el efecto combinado de la disminución de la producción y las exportaciones, a la vez que el sostenido aumento de la importación de combustibles. En 2022 la venta de crudo significó 9.800 millones de dólares, mientras que la importación de derivados fue de 7.600 millones (el 72 % del consumo nacional), dejando un saldo de 2.200 millones que apunta a reducirse este año, en perjuicio de la multiplicidad de instituciones que dependen de las asignaciones del presupuesto del Estado.
No hace sentido que Ecuador, que es un productor marginal..., se imponga tal sacrificio...
Un país con índices de 11 % de extrema pobreza y 23 % de desnutrición infantil crónica, no debería plantearse la cuestión de si ese petróleo, que está siendo explotado, con proyección a duplicar su producción, debe mantenerse o no en el subsuelo. La riqueza de ese recurso natural debe servir para atender las necesidades básicas de la población ecuatoriana que requiere de agua potable, alcantarillado, educación, salud y seguridad. No se diga ante la deteriorada infraestructura vial que tendrá que afrontar muy pronto un fenómeno de El Niño.
No hace sentido que Ecuador, que es un productor marginal de petróleo, se imponga tal sacrificio, cuando las principales potencias que contaminan el planeta, Estados Unidos y China, continúan explotando sus reservas a razón de 18 y 15 millones de barriles por día, respectivamente, sin proponerse algo parecido. Sin duda, hay un cierto grado de necedad en la propuesta de la consulta.
Ni qué decir de la mala imagen internacional que proyecta el Ecuador al prohibir, eventualmente, el desarrollo de un campo que ha cumplido con todas las prescripciones constitucionales y legales, cuya operación, más aún, está a cargo de la empresa estatal Petroecuador. (O)