Escribo esta columna desde Costa Rica, país que me acogió con el asilo político, y en el cual viví los veinte años de exilio impuestos por el odio político y la barbarie jurídica del Ecuador.

Sigo los eventos de este país, donde viven parte de mis hijos y nietos y muchos queridos amigos.

Hace cuatro años la situación fiscal de Costa Rica era realmente angustiante. Gobernaba el partido PAC, Partido Acción Ciudadana, que se había formado para ser la alternativa a los viejos partidos de Liberación Nacional y de la Unidad Social Cristiana, ambos tradicionales rivales políticos.

El entonces presidente Carlos Alvarado, sin mayoría en la Asamblea y con muy poco liderazgo y capacidad política, estaba en medio de una muy profunda crisis económica, cuyo principal detonante era la crisis fiscal.

Desde la Asamblea, los partidos opositores al PAC, Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, por iniciativa de ellos y no del Gobierno, generaron los consensos para realizar las reformas que fueron luego aprobadas, y que dieron viabilidad a la economía costarricense.

Es esa capacidad de diálogo la que le permitió una vez más a este país, llamado la Suiza de Centroamérica, el poder salir de una grave crisis. Costa Rica es una sociedad que entiende de consensos, entiende de lo que se trata una agenda de país, y de lo que se logra con la conversación política.

Costa Rica es una sociedad que entiende de consensos, entiende de lo que se trata una agenda de país...

En el proceso de realizar los cambios, que incluyeron una subida del IVA y la eliminación de casi todas las exenciones a ese impuesto, ponerle impuestos a las jubilaciones exageradas de ciertos gremios, elevar la contribución a la seguridad social al 24,34 % y otras medidas impopulares, los partidos Liberación Nacional y Unidad Social Cristiana no estuvieron pensando en las elecciones siguientes sino en el país.

¡Qué diferencia con la forma en la cual actúan las bancadas en la Asamblea Nacional del Ecuador, y los partidos políticos en general!

En el Ecuador estamos con problemas mucho más graves de los que enfrentaba Costa Rica hace cuatro años. En este país los combustibles y el gas no solo que no tienen subsidios, sino que tienen impuestos, como debe ser, no existe una estructura de tasas de interés controlada políticamente, y su obeso sector público está siendo recortado a la fuerza.

Pero este proceso se logra porque la sociedad, a través de una práctica política responsable, alcanza acuerdos nacionales.

En el horizonte político del Ecuador, con una megacrisis fiscal en el camino, los candidatos no están hablando ni lo harán de los enormes problemas del Ecuador y de sus posibles soluciones. Tampoco lo harán los partidos. Vendrá un gobierno de transición, que buscará seguramente la reelección para tener tiempo de hacer algo importante en un mandato completo de cuatro años. Entonces tampoco habrá un gran cambio. Y lo único que haremos es “patear la pelota”. Posiblemente se caiga en la tentación de volver a asaltar al Banco Central (BCE), como se hizo en el gobierno de la RC, y luego que se agoten las reservas del BCE, enfrentaremos un problema descomunal. Vamos hacia una megacrisis fiscal, ojalá esto se entienda y se resuelva. (O)