Cada vez está más cercana la fecha de las elecciones presidenciales y legislativas, 16 candidatos aspiran a alcanzar la máxima representación popular, pero de lo que se deduce de las llamadas redes sociales, convertidas en verdaderas adelantadas del inicio de la campaña electoral, muy poco se extrae de ellas como propuestas serias que tiendan al desarrollo agrícola, los planes presentados ante la autoridad electoral son muy generales, obedecen a un formato repetido, tomando lo dicho por sus pares de la elección anterior, sin ninguna profundidad que imposibilita identificar lo que aspiran hacer por el olvidado Ecuador agrario, dando la impresión de inconsciencia de la esencia agropecuaria del país.

¿Qué se propone sobre temas cruciales como la comercialización de bienes agrarios en aspectos muy concretos, se mantendrá el rol estatal en la formulación de precios de las cosechas y lácteos o se abrirá al libre mercado? Es necesario conocer el parecer del futuro gobernante si ratificará la adhesión ecuatoriana a las políticas agrícolas de la Unión Europea que se han impuesto la meta de bajar al 50 % el uso de pesticidas hasta el año 2030, sin importar mucho el ingreso de los campesinos; o si por el contrario, aceptará la oferta estadounidense de cerrar filas alrededor de sus ideas sobre temas de mercadeo, manejo de pesticidas, uso de materiales transgénicos. Ambas aspiran a lo mismo en el mundo de la sostenibilidad, pero los norteamericanos no son tan rígidos como para sacrificar productividad, en aras del menor uso de agroquímicos peligrosos.

Es de advertir que hay un inmenso camino recorrido en este campo, tanto que existen vigentes normas con categoría de leyes orgánicas que apuntalan los precios mínimos y todo un conjunto de normas que de ellas se derivan; se respetarán, derogarán o reformarán, cuando la tutela estatal es fundamental para la existencia de la agricultura familiar proveedora de alimentos, casi siempre perjudicada por precios inferiores a los costos de producción, aspectos que son fundamentales definir o ratificar para dar seguridad jurídica a las escasas inversiones en el agro.

Otro puntal agrícola, es el aporte permanente de la investigación e innovación, entregada casi exclusivamente a la ineficacia estatal o se dará un giro radical al asignarla a la actividad empresarial privada o se mantendrá algo mixto como robustecer los actuales centros públicos y estimular a las organizaciones privadas para que la asuman. En ambos casos hay que replantearla tomando en cuenta los exiguos resultados logrados en los últimos tiempos, se necesita una investigación acorde con los avances alcanzados a la luz de nuevas consideraciones como el empleo de la inteligencia artificial, la biotecnología, informática, robótica y la infaltable salud de las tierras.

Ojalá se escuche el constante clamor de los ecuatorianos que radican o subsisten del campo, que las preguntas para el debate presidencial no olviden las que corresponden al agro por su trascendencia en la economía nacional, por trabajo, participación en las exportaciones y como vía infalible para salir del estancamiento de la pobreza e insatisfacción. (O)