Cuenca es para Ecuador lo que Medellín es para Colombia y Monterrey para México, considerando sus respectivas dimensiones y realidad geográfica. Tres ciudades con una fortaleza industrial y emprendedora que representan la ideología empresarial necesaria para detonar crecimiento a partir de la autosuficiencia; y que enfrentan el desafío de profundizar su expansión industrial y comercial pese al costo país.

Ciudades resistentes al centralismo estatal, donde el poder empresarial se configuró a partir de un modelo industrial familiar: conservador, en lo social, y libre, en lo económico; para consolidar una estructura productiva y comercial local basada en el valor del trabajo como fuente de riqueza y bienestar. Este localismo empresarial convierte a estas ciudades en una fuerza autónoma que cree en sus capacidades y crece para sus ciudadanos; de ahí que el interés local se convierte en la vocación central de su política empresarial, y que a la vez se proyecta como un orgullo nacional.

Así, Monterrey constituye la capital industrial de México, que acoge a importantes conglomerados nacionales y que, gracias a su ubicación estratégica cerca de la frontera con Estados Unidos, ha desarrollado una infraestructura robusta que facilita el comercio y la logística. Por su parte, Medellín representa el orgullo industrial de Colombia, que pasó de ser una de las ciudades más peligrosas a nivel mundial, en los años 80 y 90, a convertirse en un referente global de innovación industrial y urbanismo sostenible. Mientras que Cuenca ha desarrollado una sólida base industrial, estableciendo una cultura de mejora continua al incorporar alta tecnología en los procesos industriales y crear fuentes de trabajo estable y bien remunerado. Este poder empresarial ha estimulado el crecimiento de la clase media que, apoyada en un sólido sistema educativo local, ha incubado una cultura de emprendimiento focalizada en modernizar la industria, el comercio y la salud, y que escala aceleradamente hacia los servicios financieros digitales y los servicios de hospitalidad y entretenimiento, que hoy demandan del Estado una regulación clara, más simplificada y menos burocrática.

En materia de inversión, este poder empresarial reinvierte en su propio territorio para mantener su modelo industrial en continua reinvención y al mismo tiempo diferenciación, frente al desgaste competitivo que representa el costo país, lo que le ha permitido perder la aversión al riesgo y desarrollar una mentalidad de convertir el riesgo en oportunidad. De ahí que el éxito de las alianzas público-privadas constituye un factor diferencial en estos centros urbanos, que se refleja en el alto estándar de infraestructura y servicios públicos que impactan en la calidad de vida de sus ciudadanos.

En el caso particular de Cuenca, la ciudad se ha convertido en una alternativa limpia, ordenada y segura, que nos permitirá acoger la realización de la XXIX Cumbre Iberoamericana de Jefas y Jefes de Estado y Gobierno, así como de empresarios; una cumbre más política que pragmática, que buscará conectar más y mejor a una región altamente fragmentada. (O)