Para muchos, la situación comenzó con la cancelación de una cita con el médico, renunciar a comprar ropa para sus hijos, y renunciar a visitar a sus familiares por el coste del transporte. Todo, solo para pagar las facturas más urgentes. Rápidamente, se vieron obligados a recortar gastos en alimentación, a reducir su calidad, cantidad, hasta llegar a saltarse una que otra comida. Y aunque trabajen y reciban un salario, hoy se encuentran haciendo cola en los bancos de alimentos para dar de comer a sus hijos.