La primera vez que escuché la ceremonial palabrita, hace más de sesenta años, fue en el primer grado, en la primera fiesta cívica y en el primer discurso patriótico del director. Entonces yo creí que se decía “enfermérides” y hoy me vuelve a sonar así ¿Qué tenemos para celebrar en esta patria gravemente enferma? Porque las conmemoraciones patrias hoy parecen desvaídas y convocan menos que un concierto del reguetonero de moda. Como el bicentenario 24 de mayo reciente que pasó desapercibido en una capital apática y deteriorada por la desidia de sus habitantes. Espero que al menos este 9 de octubre sea mejor celebrado gracias al orgullo y el entusiasmo del pueblo guayaquileño. Vivimos en una patria escéptica donde esos términos de “efemérides, gloria, loor” y los demás han perdido sentido e interés para las jóvenes generaciones y para las viejas. En esas circunstancias, un asambleísta nos ha recordado que el 11 de septiembre de 1830 se constituyó en Riobamba la República del Ecuador y nos propone que lo conmemoremos como fiesta cívica y feriado. Me pregunto por qué hemos pasado por alto esa celebración.

Vivimos en una patria crónicamente afectada, en la que su presidente se permite anunciar el final de la pandemia contra la opinión de los epidemiólogos calificados y a falta de mejores cosas que decir, o quizás por eso mismo. Mientras la Asamblea se apresta a filmar “Tumbemos a Lasso 3″ con nuevo libreto y el mismo reparto, en todas las acepciones de “reparto”. Y donde miramos las noticias de la reciente, aunque no la última, masacre carcelaria, en este sistema donde enviar a la cárcel a un sujeto equivale a media pena de muerte. Un patria cuya capital está periódicamente inmovilizada por las “movilizaciones”, y cotidianamente por el tráfico causado por la carencia de un buen transporte público más la “solución” pequeño burguesa del “un carro por persona”. Con un Puerto Principal hermoso de gente bella, que trágicamente aspira a “la ciudad más peligrosa del continente”. Con un “resto del país” que ignoramos y visitamos menos que Disneyworld. Una patria de clase media y asustada porque el Inmovilizador Número Uno quiere ponernos a bailar a todos al ritmo de su sanjuanito, pero solo “con hincadas”.

Asamblea instituye el ‘Día de la fundación del Ecuador’ y exhorta al presidente a declararlo feriado nacional

¿Por qué celebrar el 11 de septiembre? ¿Solo un feriado más con ceremonias y discursos que nadie recordará y “el lunes vacación sin deberes ni lección”? ¿Qué hemos hecho todos los habitantes de generaciones sucesivas en esta linda tierra durante casi dos siglos con el legado de sus fundadores? ¿Acaso damos valor solamente a los héroes y batallas, pasando por alto el valor simbólico de los actos constituyentes? ¿Tenemos alguna idea de lo que cambió por acá a partir de esa fecha que solo recuerdan los profesores de Historia en los colegios y aquel asambleísta? ¿Qué país les vamos a dejar a nuestros hijos y nietos? ¿Por qué nos quedamos sentados esperando que las soluciones vengan solamente de nuestros presidentes y asambleístas, en lugar de trabajar para construirlas nosotros mismos? ¿Celebrar el día que se constituyó la hermosa República del Ecuador o el ominoso augurio de nuestro 11-S a lo Nostradamus? (O)