En estos días revueltos conviene que todos nos hagamos esta pregunta, en un examen sincero y sin culpabilizar a otros. Siempre ocurre que los acontecimientos históricos responden a la dialéctica error-rectificación-síntesis. Es una versión de la dialéctica de Johann Gottlieb Fichte, perfeccionada por Goerg Hegel y adaptada por Carl Marx y Friedrich Engels para sustentar el materialismo dialéctico.

El ministro de Gobierno llama corrupto a Hernán Luque y lacra a Rubén Cherres; marca distancia entre ellos y el presidente Guillermo Lasso

Soy escéptico para calificar las crisis políticas tan frecuentes en nuestro país. Cada gobernante suele decir que enfrenta la peor de la historia. La de estos días es seria, porque hay facciones que quieren la caída del Gobierno del presidente Guillermo Lasso. Estas tienen variados armamentos, desde los cañonazos que dispara la Asamblea Nacional, pasando por la venalidad de los narcojueces, hasta las amenazas de nuevas paralizaciones hechas por los dirigentes de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) y sus aliados, que tienen un costo económico y social injustificable.

Ejecutivo y legislativo se abren al diálogo en búsqueda de acuerdos puntuales en legislación

El Gobierno actual está muy débil, sostenido solo por la institucionalidad y el apoyo constitucional de las Fuerzas Armadas. El presidente ha llamado a un acuerdo nacional. Rechazado. Quieren que renuncie para que se produzca la sucesión y llegue a manos de un tercero.

Sería muy bueno que se extinga el fuego de las amenazas que hacen subir el riesgo país.

Hay que insistir y recuperar credibilidad. Tal vez la concertación pase por ampliar el Gabinete y ciertos cargos altos con personajes de la oposición. ¿Por qué no? Se dice que este es el “Gobierno del encuentro”, y el mejor lugar para encontrarse es Carondelet. En estos dos años que le quedan a Lasso, puede buscar concordancias con las fuerzas sociales, los sindicatos, los indígenas. Sería muy bueno que se extinga el fuego de las amenazas que hacen subir el riesgo país. Además del combate a la corrupción, es necesario que se reforme el anticuado Código del Trabajo, que ya no responde a la era de las tecnologías digitales, el trabajo a distancia con las computadoras. La contratación laboral debe ser más flexible. En 1938, cuando nuestro código se inspiró en el mexicano, todo era diferente y los patronos no tenían la conciencia social de los actuales. Quedan patronos explotadores, pero he podido comprobar que otros muchos son conscientes de la dignidad de los trabajadores, de que deben pagar salarios justos a mujeres y hombres, que los locales de trabajo sean ambientes que permitan producir y ganar más.

Es bueno que participen de las ganancias que ellos han logrado. Conviene recordar la tesis del “trabajo enajenado” que analizó el joven Marx en sus célebres Manuscritos.

La historia muestra progresos. En la visión renacentista de Juan Bautista Vico, después de una época violenta de disturbios y guerras, el río de la historia que se salió de su cauce retorna a él, pero en un estado superior, mejor que el anterior punto de partida.

Puede parecer iluso lo que escribo, pero me parece que, en una situación como la actual, los dirigentes del país, si son verdaderos patriotas y aman realmente al pueblo al que sirven, deben empezar por una revisión sincera de sus errores y avanzar juntos. Las facciones del Perú lo tienen en el caos, y en Haití, pobre pueblo, ya no existe el Estado y reina la anarquía. A esas situaciones nos pueden conducir los soberbios y malos políticos. (O)