El drama que vive el Conservatorio Nacional de Música Antonio Neumane no es solo de estudiantes y maestros, sino de toda la comunidad. Cabe anotar que este padecimiento tampoco es de hoy, ni desde el 2014 en que se produjo un conato de incendio en sus vetustas instalaciones de las calles Hurtado y Mascote, en Guayaquil, que obligó a todos a migrar a otros lares. Es casi desde siempre porque, siendo nacional, los recursos y las directrices tienen que venir desde el Ministerio de Educación en Quito.

Rescatar conservatorio

Ahora, con el incremento de la demanda estudiantil y el paso del tiempo, el edificio colapsado, imposibilitado de ser habitado, los instrumentos en ruina -sin contar los que han desaparecido- y los alumnos recibiendo clases en aulas improvisadas de otros planteles, donde los sonidos de los pianos, guitarras, violines se entremezclan, el drama del Neumane se agrava día a día sin que las ofertas gubernamentales se hagan realidad.

Es inadmisible que la ciudad más poblada del Ecuador, de 2′698.077 habitantes, tenga solo un conservatorio de música público, cuando debiera haber, por lo menos, uno por barrio, donde niños y jóvenes puedan tener la oportunidad de desarrollar sus destrezas y habilidades.

Estudiantes del Conservatorio Antonio Neumane realizaron plantón artístico para exigir la rehabilitación del espacio; aseguran que reciben clases en condiciones ‘deplorables’

Pensar que en Guayaquil solo un número reducido de personas esté apto para abrazar una carrera musical es realmente absurdo. Y privar a ese pequeño universo de la oportunidad de formarse en esa rama es todavía más inconcebible. Esto solo demuestra el poco interés que han tenido los gobiernos de turno en el desarrollo cultural del país. Debemos entender que mientras más formemos el espíritu a través del cultivo de las artes y de los deportes, menos delincuencia y violencia tendremos. Las cárceles cierran cuando se multiplican las escuelas.

Del seno del Neumane han salido artistas -famosos aquí y en el extranjero- con una formación extraordinaria, impartida por músicos, muchos de ellos foráneos, que dedicaron su vida a la noble tarea de enseñar.

Hoy, desde los escombros, profesores, estudiantes y el conglomerado social guayaquileño, afectado por la indolencia e indiferencia con la que se ha tratado este drama, están pidiendo auxilio y justicia para el Neumane.

La Constitución, el Cootad y la Ley Orgánica de Educación Intercultural, entre otros, permiten a la primera autoridad municipal solicitar la competencia administrativa a fin de que la Unidad Filarmónica y de Educación Artística tome a su cargo la gestión del plantel.

Además, urge que se inicie la construcción de un nuevo edificio, con proyección al futuro crecimiento de la ciudad, que permita la enseñanza a la mayor cantidad previsible de estudiantes; que se reubique al alumnado actual para que pueda recibir las clases en locales adecuados, que se haga un inventario de los muebles y una evaluación del estado en que se encuentran a fin de que se repongan los que faltan y reparen, lo más pronto, aquellos que se han deteriorado; y, que se mantenga informada a la ciudadanía de los avances de estas legítimas y justas aspiraciones.

Confiamos en que el señor alcalde de Guayaquil actúe en ese sentido y ponga fin al drama del Neumane, que es de todos. (O)