​Posterior a la Segunda Guerra Mundial, Europa quedó devastada, mientras el resto de continentes aún mantenían economías precarias, excepto Estados Unidos, que ya estaba establecida como una indiscutible potencia emergente: migración creciente, territorio increíblemente vasto aislado de vecinos peligrosos y rodeada de dos grandes océanos que conectan al mundo, además de incalculables recursos naturales (incluidas reservas enormes de petróleo), consolidándose desde entonces hasta la actualidad como la nación más próspera de la historia de la humanidad, que sin duda ha moldeado la visión del mundo contemporáneo.

Bajo la visión de cooperación multilateral de la Conferencia del Bretton Woods, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, más otros hechos posteriores, inspiraron para que en 1947 se suscribiera el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT por sus siglas en inglés). Inicialmente conformado por 23 Estados miembros al que se fueron sumando el resto de los países del mundo (Ecuador se unió en 1993). Con ello nace una etapa del comercio y relaciones internacionales, marcada por una campaña sobre la reducción de aranceles y liberalización del comercio, confiando que con ello se garantizaría el crecimiento económico y promovería un anhelado ambiente de paz e integración, visiones desarrolladas incluso por respetados filósofos como el mismo Kant.

EE. UU. impondrá fuertes aranceles a paquetes procedentes de China, en especial los que contengan ropa barata de Shein y Temu

Con fundamento en el GATT, para 1995 durante la Ronda de Uruguay, nace el Acuerdo de Marrakech que prevé la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) con sede en Ginebra, bajo un marco normativo sofisticado y un sistema efectivo de solución de disputas, haciéndolo único en la arena del multilateralismo para hacer valer los compromisos arribados del comercio internacional.

En este ámbito, surgidas las controversias entre miembros de la OMC, en una primera instancia, un panel debe emitir reportes técnicos, lo que puede incluir sanciones o remediaciones, luego de lo cual dicho reporte podía ser impugnado ante el Órgano de Apelaciones compuesto de siete miembros. Este mismo órgano era además el que debía supervisar el cumplimiento de las resoluciones.

Paradójicamente, este sistema impulsado por Estados Unidos fue duramente golpeado durante el primer periodo presidencial del propio Donald Trump en 2017, cuando bloquearon los nuevos nombramientos de los miembros de este órgano de apelaciones, que nunca más pudo conformarse hasta la fecha. Con el actual segundo mandato, días atrás, el presidente Trump en lo que él denominó como el “Día de la Liberación”, expidió una serie aranceles a los países respecto a las importaciones a Estados Unidos, es decir, países como Ecuador tendrán ahora que pagar un 10 % adicional para exportar sus productos a ese país. A otros se impuso cargas inclusive mayores, como a China, quienes han iniciado una serie de retaliaciones mutuas.

“No nos arrodillaremos”, dice China en un video en el que afirma que se mantendrá firme en la guerra comercial con EE. UU.

Este hecho transgrede las disposiciones de la OMC, entre ellos el denominado Trato General de la Nación Más Favorecida, que implica la imposibilidad de aplicar tarifas arbitrarias y diferenciadas entre países, según lo contemplado en la primera disposición del GATT. Adicionalmente, también se inobservan sus propios compromisos sobre el comercio, de no elevar tarifas, menos aún, sin un fundamento contemplado en el marco normativo del GATT.

Sin embargo, este cambio cultural ha cautivado al pueblo estadounidense, lo que refleja el éxito del lema “America First”, que es una transición del enfoque clásico del idealismo liberal en las relaciones internacionales, caracterizado por la liberación del comercio exterior, las alianzas regidas por valores democráticos (Rule of Law), la instauración de instituciones internacionales, principalmente. Sobre lo cual, evidentemente, ya no existe el mismo interés en mantenerlo.

Ahora bien, esta nueva política tendrá efectos dentro y fuera de Estados Unidos; pues, su economía colosal alcanza los $ 25,46 trillones, le sigue con amplia distancia (aún) la República Popular China con $ 17,96 trillones. Debe notarse, que la economía norteamericana llega a ser incluso más grande que todas las economías de Europa combinadas, incluyendo Rusia. Con lo cual un declive de esta economía está aún lejos de concretarse.

Aranceles y guerras

No obstante, se evidencia que el pueblo norteamericano se ha inclinado por abandonar su rol de policía del mundo y pide, tal vez legítimamente, enfocar sus esfuerzos en los asuntos internos. Con su respectivo efecto colateral, esto ha originado la aparición de nuevos actores que no responden, necesariamente, a los tradicionales “valores occidentales” que estamos acostumbrados, quienes han venido llenando los espacios abandonados por la primera potencia, en el que el Ecuador es testigo.

La elevación de las tarifas por el gobierno de Trump a los productos exportados hacia Estados Unidos tendrá algunos efectos aún inciertos. Primeramente deberá evaluarse el comportamiento del consumidor norteamericano, que podría optar por comprar sus propios productos locales (que también es una de las intenciones del Gobierno actual, al menos en algunos sectores), dependiendo de la disponibilidad de esos productos; y, también, dependiendo de lo que se llama en economía como “inelasticidad” de los bienes, es decir, que los consumidores sigan comprando igual cantidad, pese al aumento de precios.

Por ejemplo, el banano ecuatoriano exportado a Estados Unidos con la nueva tarifa incrementada del 10 %, podría no importarle al consumidor de allá, sea por su gusto específico a un producto o por la falta de productos sustitutos en el mercado. En otro escenario, en cambio, las exportaciones de camarón con el 10 % de tarifa incrementada podría sí reducir la demanda norteamericana, ya que los consumidores de allá tienen oferta de camarón local por un precio inferior o por productos sustitutos disponibles (otro tipo de mariscos). A todos estos supuestos, también deberá evaluarse la conducta de los otros países, en productos similares que el Ecuador exporta.

Los aranceles y su impacto

Las tarifas son finalmente una suerte de impuestos, lo que se traduce en el encarecimiento de la vida del estadounidense, que se sabe, conlleva a su vez a la inflación, que a su vez altera políticas económicas para influir en las tasas de interés. También debe valorarse la depreciación o apreciación del dólar, que tiene un efecto adicional importante en el intercambio comercial.

Por lo tanto, varios de estos supuestos tienen consecuencias impredecibles y que deberán analizarse integralmente en los siguientes días o semanas. Para países como el nuestro no debería descartarse la posibilidad de obtener un panorama positivo. (O)