El Día de la Raza fue instaurado con el fin de celebrar el 12 de octubre de 1492, fecha del descubrimiento de América; en realidad, día en el que Cristóbal Colón arribó a la isla de Guanahani, lo que marcaría el inicio de un proceso de conquista y colonización con evidente significación en la historia universal. Se menciona que la denominación del Día de la Raza fue impulsada en España a inicios del siglo XX como una propuesta de celebración de la unión entre España y América Latina, “intimidad espiritual existente entre los pueblos”, sugerencia que fue acogida paulatinamente y con entusiasmo por los países iberoamericanos, entre ellos el Ecuador, a partir de 1950, que la incorporó como una de sus celebraciones más tradicionales, coloridas y festivas.
Sin embargo, y luego de considerar que se necesitaba reconocer el verdadero simbolismo histórico de la fecha, en el año 2011 se cambió en nuestro país la denominación del Día de la Raza por el Día de la Interculturalidad y Plurinacionalidad, quitándole también su carácter feriado, tratando así de acomodar la fecha al revisionismo al cual estuvo sometida desde hace algunos lustros. En realidad, el análisis crítico de la historia exigía que la lectura del descubrimiento de América incorpore también la otra versión del proceso, la de los pueblos conquistados y despojados de su territorio, lo que sugería Eduardo Galeano cuando escribía: “Un día de hoy pero de 1492. Los nativos de nuestro continente descubrieron: Que eran indios. Que vivían en América. Que estaban desnudos. Que debían obediencia a un rey y una reina de otro mundo. Que había un Dios y un cielo”.
La necesidad de cambiar la denominación del Día de la Raza tomó fuerza a lo largo del continente americano y, efectivamente, la mayoría de países decidió modificarla bajo la tesis de que era necesario fortalecer el recuerdo de la resistencia que opusieron los pueblos originarios de América ante el embate de la conquista, para cuyo efecto se impusieron diversos nombres que tratan de recoger ese espíritu, tales como el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, Día de la Descolonización, Día del Encuentro entre dos Mundos, Día de la Resistencia Indígena, Negra y Popular, y así unos cuantos más que intentaban recoger el significado diferente del 12 de octubre. El problema es que, en el intento de darle un simbolismo distinto al Día de la Raza, se ignoró —con base en un discurso político sesgado— la complejidad de la diversidad racial, subestimando la realidad del mestizaje en aras de la prevalencia de una cosmovisión indígena, respetable por cierto, pero distante de ser la esencia única de nuestras naciones.
El día de la reunión entre Guillermo Lasso y la Conaie apareció colgado en el parque del Arbolito en Quito un letrero con el anuncio de “octubre vuelve”, claro está, bajo la perspectiva de Leonidas Iza, actual presidente del movimiento indígena, para quien el único relato efectivo de la historia es el que impone su taimada y totalitaria versión. Seamos francos: ya no hay más días de la raza, pero los prejuicios, de lado y lado, siguen sin superarse. (O)