Gobiernos anteriores han descuidado el marco normativo y posibles regulaciones que nos permitan evolucionar de un modelo de “producir-consumir” hacia uno en donde el consumo sea más eficiente. No obstante, actualmente en varias declaraciones de prensa, se ha escuchado a las ministras de Energía y de Producción hablar de propósitos como la eficiencia energética, las zonas francas eléctricas, entre otras. Pese a que los conceptos pudiesen haber sido mencionados antes, se destaca el impulso de un marco regulatorio más eficiente que permita generar energía limpia a un coste menor, además de atraer inversión y crear plazas de trabajo.

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Tomar esta decisión en medio de una crisis energética heredada implica un reto difícil en el periodo de tiempo que posee el gobierno, pero nos permite vislumbrar a los ecuatorianos soluciones diferentes a las que ya nos habían acostumbrado. A diferencia del gobierno anterior, que emitió una campaña en donde pedía a los ecuatorianos apagar la luz en pleno siglo XXI, el nuevo gobierno ha establecido una relación directa con los empresarios y las industrias y mediante incentivos y otras estrategias ha permitido disminuir de manera acertada la franja horaria de los denominados apagones o desconexión eléctrica de los ecuatorianos.

Algunos países iluminan sus vías principales con celdas solares y un banco de baterías adecuadamente dimensionado.

Otros países ya han recorrido el camino de migrar hacia sistemas distribuidos, o la autogeneración inclusive, y una de las primeras prácticas que permitió incentivar este proceso fue crear las denominadas Zonas Libres de Combustibles Fósiles, cuyo objetivo principal es generar la energía que se consume mediante instrumentos como paneles solares, turbinas eólicas, entre otros. Algunos países iluminan sus vías principales con celdas solares y un banco de baterías adecuadamente dimensionado. Otras ciudades iluminan su parques, espacios públicos e inclusive las oficinas gubernamentales mediante el uso de las tecnologías limpias. Este gobierno podría impulsar un precedente histórico con la implementación de políticas de incentivos para este tipo de tecnologías, con empresas privadas, públicas o mixtas. Se podría incluir a la academia en el diseño y simulación de estos proyectos, inclusive existen organismos multilaterales y proyectos académicos que financian la descarbonización mediante el uso de herramientas que ayuden a mitigar la huella ambiental.

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Se podría, entonces, idear un marco legal accesible con un enfoque en actividades prácticas orientadas a la descarbonización en múltiples niveles de gobernanza y aplicabilidad. Se debe promover la difusión de estímulos para dejar de usar combustibles fósiles y orientar actividades prácticas que promuevan efectos positivos sociales, tecnológicos, económicos y de otros tipos. Beneficios como la estabilidad frente a las fluctuaciones de los precios del petróleo son una ventaja, además de la disminución del producto subsidiado a usar.

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En última instancia, las zonas libres de combustibles fósiles podrían institucionalizarse. Esto, a la par de atender a las plantas existentes y de desarrollar nuevos proyectos térmicos, de ciclo combinado, gas natural, entre otros. (O)