Tan condicionados al maltrato debemos ya estar los ecuatorianos que cuando regresa la luz a los hogares, luego de largas horas de ausencia forzada, y sobre todo si ese regreso es entrada la noche, susurran en el ambiente exclamaciones de júbilo, de alegría, de una euforia que pareciera haber estar estado atorada en la garganta. Como si la selección metiese (cuando lo hacía) un gol trascendental en algún mundial. Tal cual.
Y lo escucho y no puedo evitar pensar en la campana del ruso Ivan Pavlov, con la que demostró a la ciencia como un acto repetitivo condicionaba la mente de manera potente. Resumido rápido: tomó a sus perros y los puso a salivar por comida, que solo podían tomar al sonido de una campana. Pronto sonaba la campana y, tenga o no comida, las mascotas salivaban y llegaban a comer.
¿Será que algo similar nos está pasando con el retorno de la luz, a veces puntual, otras adelantado o en ocasiones muy retrasado? ¿Será que a pesar de los problemas, riesgos delictivos y pérdidas que los apagones ocasionan, ya se nos está volviendo un reflejo condicionado? ¿Será de agradecer al señor desconocido que aprieta la tecla que nos devuelve, aunque por momentos, el derecho a acceder a una energía permanente y suficiente?
Esta crisis de energía, agravada por una sequía regional de la que se sabía hace mucho rato, no estaba en la agenda del común de los ciudadanos. Del que sale cada día a buscar un sustento callejero, igual del que comanda equipos que resuelven necesidades sociales; o del que dedica su esfuerzo diario a salvar vidas. Pero sí debía estar, y en eso ni siquiera dudo, en la agenda de las autoridades, que por nuevas que sean y por poco experimentadas en lo público que hayan sido, debieron prepararse para afrontarla y paliar esto de pasar el 60 % de la jornada diaria sin energía eléctrica. Fue ver la ola crecer y crecer y quedarse parado en la orilla a espera de que otro efecto natural la intercepte y evite la catástrofe. Y no pasó, la ola nos está arrasando a todos y llevando a la quiebra a muchos, sobre todo a los pequeños comerciantes y emprendedores devorados por las deudas.
Si en el plan del actual del Gobierno, desde el primer día, era la reelección, era tan poco el tiempo del “interinazgo” motivado por la muerte cruzada decidida por Guillermo Lasso, que debieron proponerse hacer con buena letra las dos o tres tareas más complejas, entre las que ubico en primer lugar la de generación eléctrica. Pero no, se la afrontó con la trillada (aunque no por eso falsa) estrategia de culpar al pasado; se la gestiona ahora mismo más con visión política que técnica, y con una mirada temerosa a lo que se dice en X y TikTok; y se promete y promete soluciones poco compatibles con la lógica.
Los gurús del marketing político creen muy probable que un candidato a la reelección llegue desgastado, pero también que es importante que el grueso de ese desgaste ocurra lo más lejos posible de la elección a la que aspira. Solo en febrero sabremos si Noboa pudo reaccionar frente al descontento social provocado por los apagones, si llega al menos segundo al balotaje, o se queda fuera del podio por sus propios errores. (O)