Recordemos por qué es un mal subsidio. Cuando los precios son bajos, se malgastan los recursos, en este caso se usa más combustible de lo necesario y hay además un mayor impacto en el medioambiente. Hay una red de ilegalidad: contrabando, corrupción, uso por las bandas narcocriminales o en minería ilegal. Es socialmente injusto porque una parte va a grupos de ingresos medios o altos, que no deben beneficiarse de subsidios pagados por todos... Y también recordemos su magnitud. En 2023 y 2024 será similar o algo peor, el subsidio a los combustibles importados fue de unos $ 2.200 millones, casi $ 200 millones al mes (y si agregáramos el subsidio en la producción local, superaríamos los $ 3.000 millones). Esto viene en esencia de tres fuentes.
Gasolina. Se importó a un precio promedio de $ 114 por barril, por un total de $ 2.300 millones. Y se vendió internamente a $ 91 por barril, generando un subsidio de $ 470 millones en el año. El precio promedio debería subir 25 % para eliminar el subsidio, pero como esto incluye la súper, que ya está liberada, en realidad la extra debía subir seguramente algo más del 30 %.
Diésel. Se importó a un precio promedio de $ 121 por barril, por un total de $ 3.900 millones, muy elevado porque ahí están las actividades ilegales que lo utilizan (contrabando y más) y que sin duda bajaría en caso de eliminarse el subsidio. Y se vendió internamente a $ 78 por barril, generando un subsidio de $ 1.350 millones en el año. El precio promedio debería subir 55 % para eliminar el subsidio.
Gas doméstico. Se importó a un precio promedio de $ 44 por barril, por un total de $ 600 millones. Y se vendió internamente a $ 44 por barril, generando un subsidio de $ 400 millones en el año (que en parte se desvía hacia actividades que no son domésticas sino empresariales). El precio promedio debería subir más de 200 % (más del triple) para eliminar el subsidio.
En suma, $ 470 millones en gasolina, $ 1.350 millones en diésel y $ 400 millones en gas doméstico, habiendo el Gobierno decidido atacar el primero, un 21 % del total. Por eso anunció un ajuste del 12 %,
25 centavos en cada galón, de $ 2,47 a $ 2,72, pero como dijimos, el precio internacional es más elevado, encima de los 3 dólares el galón, queda pues aún pendiente el equivalente a un par de ajustes de igual magnitud (unos 50 centavos en total). Y el Gobierno se enfrenta a tres posibles escenarios. Uno, que decida ya no hacer ningún ajuste adicional salvo dentro de la banda de +5 % / -10 %, y entonces habrá eliminado alrededor de un tercio del subsidio de las gasolinas que representa un 21 % del total, es poco pero “algo es algo”. Dos, quizás hacer un nuevo pequeño ajuste y ahí quedar a medio camino. Tres, llegar al precio internacional a base del sistema de bandas y que luego el precio fluctúe (hacia arriba o abajo) con el internacional... Lo sensato sería hacer esto último aunque no sea lo más popular en particular dada la difícil situación económica que vive la gente, pero estemos claros que se estaría dejando de lado el diésel y el gas doméstico que representan el 79 % del subsidio. No se puede “no hacer nada” y el siguiente paso debería ser liberalizar el mercado (que se pueda importar libremente bajo reglas de calidad). (O)