Cuando las iglesias se preparan con el Adviento esperando la venida del niño Dios, se escuchan los villancicos acompañados de la alegría infantil, se ven arbolitos engalanados con colores característicos de la época, como el rojo y verde las escuelas festejan con nacimientos vivientes, todo es un ir y venir, abrazos, cenas familiares, regalos, es que la Navidad ha llegado.
Qué acontecimiento tan grande y mágico, lleno de fe que perdura por cientos de años al recordar y celebrar un hecho de amor, de aceptación, de humildad como fue el nacimiento del Niño Dios. Escuchar y repetir la frase más hermosa “Hoy en la ciudad de David os ha nacido un Salvador” es un hecho grandioso que une en un solo corazón a la mayoría de los habitantes de este planeta, el cielo se iluminó dando aviso que nació el rey de reyes recibiendo la primera visita de los pastores, este advenimiento movió los cimientos de poderosos reyes, que desde muy lejos llegaron a adorarle.
Tenemos el más puro ejemplo de amor con este sagrado advenimiento que nos invita a soñar y desear por un mundo de paz, amor e igualdad, en tiempos como este de guerras, injusticias, maldad, odio, delincuencia, drogadicción, al celebrar esta Navidad y recordar la vida del niño que nació en un humilde pesebre y que vino a este mundo con el mensaje de paz y buena voluntad para los hombres y pensar que todavía existen personas que no creen en la venida de Dios a la Tierra, como un niño que al crecer difundió por medio del ejemplo lo que debíamos vivir para encontrar el camino de la verdad y la vida, sin embargo, el mundo sigue un camino equivocado por senderos errados, caminos lejos de la fe.
Publicidad
Estas fechas traen consigo momentos de reflexión, de preguntarnos hacia dónde vamos y lo que debemos hacer para reencontrar la paz y el amor entre hermanos. (O)
Alicia de Jesús Carriel Salazar, docente jubilada, Guayaquil


















