El desconocimiento de algo nos hace ignorantes, pero no estar al tanto de la realidad lacerante que atraviesa la educación fiscal demuestra la poca importancia que se le da a la actividad más importante dentro de la vida de un ser humano: la educación.
A pocos días de iniciar un nuevo año lectivo, la educación fiscal necesita un giro de 360 grado; si queremos que esta sea de calidad, algunos cambios o mejoras pueden partir de:
Primero, se debe realizar una auditoría integral en la que se considere lo siguiente. Institucionalidad, que deben tener los centros educativos, con el propósito de mejorar procesos. Equipar y repotenciar a las instituciones educativas, en infraestructuras, instrumentos, equipos que necesita un campo, para que la enseñanza/aprendizaje sea significativa y obtengamos estudiantes competitivos. Desempeño de los docentes, dentro de su área de especialidad, ya que encontramos a docentes en áreas que no están acordes a su preparación académica, por ende, los resultados no son los que se esperan. Sueldos acordes a la experiencia y preparación académica. La educación fiscal necesita aumentar colegios técnicos, que los estudiantes al graduarse puedan aplicar sus conocimientos y se conviertan en jóvenes profesionales, autónomos y emprendedores.
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En segundo lugar, los distritos deben ser entes de apoyo directo para las instituciones educativas, escuchando a directivos, al DECE, docentes y padres de familia, de manera objetiva, para poder tomar una decisión acertada.
Y tercero, se deberían realizar mesas de trabajo para conocer las realidades de cada institución educativa, involucrando autoridades de subsecretaría, distritos, rectores y docentes.
Así podremos ir cerrando brechas entre la educación fiscal y la privada. (O)
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Washington Yoza Plúa, docente, Guayaquil