Después de un año con guerras, elecciones que no respetan la voluntad ciudadana, sequías, inundaciones, cortes de energía eléctrica, narcopolítica, justicia contaminada por la corrupción (pero por fortuna con una fiscal con formación profesional, principios éticos y mucho valor para enfrentar a poderosos), dejo este testamento para rescatar nuestro país:

Decálogo para el 2025

A los asambleístas –aunque me declaro un poco iluso por lo que espero–, les dejo un manual de ética y cívica para que cumplan sus responsabilidades con honestidad y patriotismo y así mejorar su pésima imagen y falta de productividad legislativa. Al nuevo ejecutivo, le dejo la obligación de elaborar un plan de desarrollo nacional para los próximos 30 años, con la participación de todos los sectores, que incluya una nueva estructura del caótico Estado al que ha llevado la Constitución actual. A todas las instituciones de la Función Judicial les dejo la responsabilidad de modernizar y automatizar normativas y procesos para lograr mayor confianza ciudadana y sanearla de malos jueces y fiscales que sirven con eficacia a la corrupción. A los organismos que han dejado muchas dudas sobre los resultados de elecciones anteriores como consecuencia de apagones y otros malabares, les dejo como prioridad asegurar la confiabilidad de las elecciones, cambiar los códigos y normativas para mejorar los requisitos de las organizaciones políticas y evitar la proliferación de candidatos. A las instituciones que deben promover la transparencia, pero que muchas son ejemplo de opacidad, les pido impulsar la implementación del control interno en todo el sector público para que la ética, la meritocracia, la gestión por procesos, la evaluación de los riesgos y los controles establecidos sean evaluados con la participación de la ciudadanía. Y a todos los ecuatorianos les pido analizar con sabiduría las alternativas y votar con responsabilidad para vivir el país que nos merecemos, con paz y prosperidad. (O)

Mario Andrade Trujillo, Quito