Tabacundo, una linda y tranquila ciudad situada estratégicamente entre Quito e Ibarra, es la cabecera del cantón Pedro Moncayo y la orgullosa capital mundial de la rosa. Durante un breve período, fue la capital provisional de la provincia de Imbabura. Este rincón del Ecuador no solo es la dueña y señora de las vibrantes fiestas de San Pedro y parte de la cuna del tradicional Diablo Huma, sino que también tiene turística ubicación en las faldas del majestuoso monte Mojanda, bajo la sombra protectora del nevado Cayambe y el imponente Pambamarca.

Tabacundo es la principal productora de flores del país y una de las más destacadas a nivel mundial. Su historia, rica en la producción de sombreros de paja toquilla, tabaco y piretro, es también un testimonio de su capacidad para adaptarse y prosperar. En la actualidad es una fuente crucial de empleo para decenas de miles de personas, que atrae a migrantes nacionales y extranjeros.

Sin embargo, a pesar de todas estas bonanzas, Tabacundo ha sido abandonada. Ignorada por el Gobierno y rechazada por la inversión nacional y extranjera, ha sido eclipsada por las poblaciones vecinas que se han beneficiado de sus recursos. A pesar de ser un pilar de la economía, la cultura y la identidad nacional, Tabacundo recibe muy poco a cambio.

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Tabacundo es la principal productora de flores del país y una de las más destacadas a nivel mundial.

Las grandes cadenas de supermercados, restaurantes, bancos y otros servicios esenciales simplemente no existen en Tabacundo. Sería una quimera pensar en un hospital público, un banco público o siquiera oficinas gubernamentales de distritos o ministerios en esta ciudad. Esta falta de infraestructura y servicios es un claro reflejo del abandono.

Es hora de que el país, el sector público y el privado, reconozcan y valoren a Tabacundo. Necesitamos acciones que impulsen la inversión y el desarrollo en esta ciudad. Tabacundo no merece el olvido, sino el reconocimiento, apoyo y la oportunidad de florecer tanto como las rosas que la han hecho famosa.

Ecuador no puede seguir ignorando a Tabacundo. Esta ciudad, con su riqueza cultural y económica, debe ser una prioridad en la agenda de desarrollo nacional. Solo entonces podremos decir que estamos construyendo un país verdaderamente inclusivo y equitativo. (O)

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Anthony Steven Ramia Mantilla, Tabacundo