En el contexto de este encrespado mar del diario vivir y desde el inicio de la humanidad los varones hemos sido ingratos con el género femenino. Las hemos convertido en abreviaturas siendo ellas estrellas, poesía y oración. Nunca debería ser solo un día, mes o año para expresarle su incalculable valor, sino que todos los días de nuestra existencia. Además de su belleza también están sus talentos en las diferentes áreas de la ciencia y cultura, todavía así olvidadas y más aún en nuestro territorio, atesoramos a muchísimas mujeres valiosas que pasan inadvertidas.
En mi opinión, toda mujer se asemeja a un “buque de guerra” que ha luchado en las vicisitudes del tiempo. La mujer es mitad de la historia, es incienso y mirra, perpetuamente estandarte de amor y fe. Exhorto a todo hombre rendir nuestro honor, lealtad y respeto a toda mujer. (O)
Wilson Arévalo Pérez, psicólogo, Guayaquil