Tenemos que escoger muy bien. La propuesta electoral de los candidatos presidenciales en materia de seguridad tiene coincidencias. Pareciera que se hubieran puesto de acuerdo, y entonces en ese particular aspecto que es trascendental y exige solucionarse, es muy difícil decidir por quién votar. Si hay una gravísima realidad, es la inseguridad ciudadana; por lo mismo, gobierno que no sea exitoso en su combate a la delincuencia recibirá pésima calificación y recordación sin pena ni gloria.
Por otra parte, con base en los preocupantes pronósticos de la contingencia del fenómeno de El Niño, los candidatos vuelven a coincidir en las acciones que adoptarán para mitigar su impacto. Quizás –podría especularse– han tenido reuniones y decidido presentar un discurso muy parecido. El Niño, según organismos nacionales y extranjeros, avanza impetuoso en su formación y si no es espantado por otros fenómenos naturales, o afrontado con acertadas medidas gubernamentales, podría ocasionar incalculables daños humanos y materiales. Gobierno que no sea eficaz en atacar dichos efectos pasará a la historia sin perdón ni olvido.
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Y si de corrupción se trata, está a la vista que todos los candidatos esperan ‘santificación’, repiten recetas para reducir el desempleo, atraer la inversión nacional y extranjera, eliminar el déficit presupuestario, poner a funcionar a plenitud el IESS y la salud pública, desarrollar planes de vivienda, contar con educación del primer mundo y entre otros asuntos tener carreteras y caminos vecinales de primer orden. Otros candidatos no ocultan sus deseos de desdolarizar, estatizar, no explotar la riqueza natural, y romper relaciones con la prosperidad y el bienestar. En síntesis, tienen pensamientos similares en torno a la situación del Ecuador que es de vieja data, agravada en períodos de gobernantes bien conocidos. Entonces, lo que cabe es identificar cuál es el binomio que inicie el cambio positivo. Los antecedentes de los aspirantes (candidatos) deben revisarse con lupa, lo mismo que los de su entorno. El objetivo debe ser no equivocarse, proscribir las experiencias fracasadas y peligrosas, descubrir la demagogia, impedir el totalitarismo, apostar por la democracia, desterrar la división de clases, respetar y fomentar las libertades. ¿Será posible? (O)
Jorge A. Gallardo Moscoso, licenciado en Comunicación, avenida Samborondón