El pasado 11 de marzo, Diario EL UNIVERSO, en su contratapa, publicó un pensamiento de Paul Geraldy (1885 - 1983) que dice: “Llegará un día en que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza”. Es un hermoso pensamiento, el cual lo he vivido en varias etapas de mi existencia, como lo son la infancia, la adolescencia, la adultez, hasta llegar a la tercera edad, en la actualidad, en mis 87 años.

El maestro y la educación en Ecuador

Cómo olvidar el día en que me aceptaron en la escuela sin hacer la preparatoria gracias a las enseñanzas de mis tías. Después vinieron los días de mi despreocupada juventud en compañía de mis excelentes profesores, compañeros y amigos. Mi profesor de literatura española nos hacía aprender de memoria pasajes de piezas literarias famosas, como por ejemplo, la primera salida de Don Quijote de la Mancha, en unión de su fiel amigo Sancho, cuando iban rumbo a sus aventuras por los campos de Montiel, y todavía puedo recitar muchos de esos pasajes.

También recuerdo a un profesor que nos enseñaba la historia de Napoleón Bonaparte y sus campañas en unas apasionantes clases que nos mantenían en vilo a todos sus alumnos. Luego, con mi adorada esposa tuve muchas vivencias inolvidables a las cuales después se sumaron las vivencias con mis hijos, nietos y yerno.

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Tuvimos muchos viajes a la Sierra, a Libertad, a Salinas e incluso al exterior. Viajes grandes en familia, viajes por los feriados de Carnaval y Semana Santa. Vivencias sencillas que se quedan plasmadas en la memoria por siempre.

Creo que todos debemos recordar siempre que lo material viene y se va, se esfuma, pero, en mi caso, cada vez que evoco alguna de estas etapas puedo comprobar que los recuerdos son los que constituyen mi verdadera riqueza, ya que cada vez que pasan por mi mente vuelvo a vivir esos lindos momentos de mi existencia. (O)

Arístides Antepara Erazo, ingeniero civil, Guayaquil