Este mandamiento que Dios entregó a Moisés y este a su vez a la humanidad es el más pisoteado por periodistas y políticos en especial en época de elecciones, salvo contadas excepciones en ambos lados. Desarrollan una creatividad maligna, insidiosa, para inventar historias macabras para embadurnar y aniquilar a los otros candidatos que no son de su agrado o no pertenecen a los grupos que “pagan” el triste trabajo de desacreditar al otro.
Hace algunos días me impactó el papel de uno de esos malos periodistas al hacer una encuesta televisiva en la terminal terrestre a raíz de que el presidente Noboa anunciara que diciembre no tendría cortes energéticos.
El remedo de periodista preguntaba a una serie de personas trabajadoras sencillas y humildes si creían en las palabras del presidente, las cuales ni siquiera las habían oído todavía, poniendo prácticamente palabras negativas y llenas de dudas en la boca de algunas personas que a duras penas lograban expresar sus opiniones.
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Señores, estamos en momentos de sembrar esperanza en el pueblo, en lugar de criticar y destruir un gobierno que está haciendo sobrehumanos esfuerzos, trayendo maquinarias, firmando contrato con países y empresas de muchas partes del mundo para solucionar un problema creado por nuestros últimos mandatarios que no demostraron ningún interés en solucionar el problema que hoy vivimos y que Noboa está desesperadamente tratando de solucionar.
El presidente es un ser humano con fortalezas y debilidades igual que cualquiera de nosotros, no es un mago.
Señores periodistas y políticos, recuerden que en este mundo todo lo que se dice y se hace se revierte en uno mismo, no dañen su nombre y a sus familias, ya tienen ejemplos clarísimos de todos aquellos que hoy están en la cárcel, enjuiciados sin familias. Todo regresa a uno, es parte de esta ley divina de “no levantar falso testimonio”.
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Es hora de unirnos, de que la humanidad viva sin falta de amor, con la verdad, que no nos roben la libertad hundiéndonos en la oscuridad de la falsedad, causando odio y guerras, hay que dar esperanzas al pueblo.
Evitemos aniquilarnos entre nosotros, el Ecuador es un país maravilloso dotado de todo para ser felices, y sin embargo nos dedicamos a destruirnos con el fin de lograr poder y dinero.
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Invito a esos pocos buenos políticos que existen y buenos periodistas a que salgan a luchar por la verdad, que no guarden silencio, que se comprometan con la verdad y la integridad de sus profesiones. ¡Piensen en la herencia que dejamos a nuestros hijos, nietos y futuras generaciones! ¡Está en nuestras manos!
En un libro escrito hace años leí hace poco: “La política mal entendida y el mal periodismo están pudriendo y destruyendo al mundo”. ¿Será verdad?
A veces siento que la ignorancia nos hace actuar de forma equivocada y así terminamos destruyéndonos unos a otros, entonces llegan a nosotros las palabras que Jesús dijo: “Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen”. (O)
Aura Álava de Burbano, Samborondón
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