El sabio griego Epicuro empleó la filosofía con una sola finalidad: alcanzar la felicidad. Su virtuosa vida fue un ejemplo de ello. La escuela que fundó en el campo, El Jardín, compitió con la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles. Su obra, de carácter materialista y hedonista (el procurar el placer), desapareció casi por completo. Pese a todo, su pensamiento ha perdurado y resuena entre los que buscan en la sabiduría la serenidad del alma, es decir, la felicidad.

Creciendo se aprende

¿Buscamos hoy día las enseñanzas de Epicuro viendo a nuestro alrededor el mundo que nos ha tocado vivir? A parte de la sociedad actual las enseñanzas de Epicuro no les irían nada mal, ya que la felicidad es la base de la existencia del ser humano. (O)

José Antonio Ávila López, Barcelona, España