La libertad de expresión es un bien que debe ser garantizado para todo ser humano. Las leyes y constituciones lo deben proclamar de esa manera y nada ni nadie se puede ir contra esta disposición. Sin embargo, también hay otras disposiciones igual de valiosas y respetables: la libertad de pensamiento, la libertad de creencias y por supuesto libertad de tener símbolos que los demás deben respetar.

Culpable pero libre, libre aunque culpable

Es inaceptable que tratemos de imponer nuestro criterio sobre las creencias de los demás y calificarlos de “tontos” como lo hizo alguna persona que se cree “periodista” porque utiliza medios digitales para hacer proselitismo (a lo que tiene derecho, pero sin afectar creencias ajenas).

¿Libertad o libertinaje?

El periodismo es una profesión noble y está ideada para informar a los demás de manera imparcial, y para tratar de educar con altura. Esto no es compatible, en absoluto, con el proselitismo parcializado ni fanático. Por allí hay también un director de una radio que hace lo mismo, desembozadamente tergiversa los hechos para favorecer su tendencia ideológica.

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La revocatoria de la visa...

Solamente los dogmáticos que han caído en el fanatismo, gangrena cerebral incurable, anteponen sus creencias personales a las necesidades sociales y al bienestar de la generalidad.

Transparencia

Los profesionales que caen en estas tentaciones demuestran que no entendieron la finalidad de su profesión, que fueron a la universidad en busca de un título, pero no del conocimiento. Las universidades deberían retirar los títulos profesionales a quienes, por sus actividades políticas o religiosas, distorsionan los principios de la profesión, para hacer uso de ese título, como un aval para hacer proselitismo puro, atacando la individualidad del resto. (O)

José Manuel Jalil Haas, ingeniero químico, Quito