El pasado 2 de marzo se celebró con mucho mérito 87 años de profesionalización y 179 años de vida institucional de la gloriosa Policía Nacional del Ecuador, cuna donde nacen nuevos oficiales y personal de tropa especializados en diferentes ramas. Por sorteo y análisis del alto mando policial son direccionados a diferentes provincias y cantones con el juramento sagrado de valor para servir a la sociedad, de disciplina para cumplir con fe a la institución y lealtad para una entrega total a favor de la patria.
Solo quienes hemos vivido dentro de las entrañas de esta noble institución podemos describir cada capítulo en que hemos saboreado las victorias y las derrotas, pero siempre con la frente en alto y con esa convicción del deber cumplido, pero pedir a los más de 60 mil hombres una gran perfección resulta un poco difícil, para eso contamos con nuestras leyes para ser juzgados y no comprometer la imagen sublime de la institución policial.
Un aniversario policial con luto
Por otra parte, cuando se presenta el fantasma de los pases, situación obligatoria que debemos cumplir, solo nos permite despedirnos de nuestras familias y esperar un permiso o unas vacaciones para volvernos a encontrar, esa es la vida de los policías, ese es nuestro deber.
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Cuánto lamentamos cuando tenemos que enfrentarnos a nuestros hermanos, es la lucha de los civiles contra los uniformados, es difícil buscar la paz y la tranquilidad cuando estos cuerpos están enardecidos, peor si de esa lucha, en que no debe existir ni vencedores ni vencidos, resultan algunos heridos o quizá algún muerto, parece normal que solo se lamente la secuencia de los civiles, mas no de los policías caídos, quienes dieron su vida en defensa de la ciudadanía y honrando su compromiso con la sociedad y la patria.
Policía murió durante persecución de presuntos sicarios en Esmeraldas
Por otro lado, pareciera que para el Gobierno el Ministerio del Interior se convirtió en una piedra en el zapato, se nombraron funcionarios que no duraron o que luego renunciaron. Ojalá retorne la calma y que exista un verdadero trabajo en equipo con los operativos programados, con la logística y táctica muy profesional y con los resultados que el pueblo exige y reclama. Ojalá llegue el día en que la sociedad ecuatoriana pueda vivir una tranquilidad en que podamos caminar sin temor.
Mientras el Ecuador sea libre y democrático valdrá la pena volver a empezar una y mil veces. (O)
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Franklin Gallegos Avilés, teniente (SP), Guayaquil