Se avecinan las fiestas navideñas y de Fin de Año y ese gasto extra, como una cena especial, incluso que alcance para el recalentado, la ropa nueva, regalos y bebidas, no lo contemplé en mi presupuesto mes a mes, esto significa que tendré que utilizar la tarjeta de crédito para poder satisfacer a toda la familia e incluso darme unos lujitos.

La diferencia entre un rico y un pobre es que el rico con dinero extra utiliza ese recurso para potencializar su negocio, mientras que el pobre pasa el año festejando con una parrillada o unos piqueos con bebidas espirituosas para ver el partido o festejar un cumpleaños. Todo gasto pequeño o mediano va sumando en el año y no estaban contados esos gastos extras del presupuesto mensual ni tampoco estamos listos para afrontar el choque financiero, ya que no tengo ahorros. Es importante sacrificar gustos pequeños para obtener un gusto mayor, como tener guardado para la entrada de una casa o un terreno.

En muchos casos, a los que están enrolados les espera un bono o el décimo, pero en lugar de guardarlo sigilosamente decidimos gritarlo a los cuatro vientos y gastarlo por completo en satisfacer nuestro ego y nos olvidamos esos días antes de cualquier quincena que no teníamos para el pasaje o para completar el almuerzo. Simplemente nos sentimos empoderados con ese valor extra y andamos en la calle sonrientes con cara de quincena como si ese extra nos fuera a durar para siempre. Se requiere de mucha disciplina para no gastar en trivialidades en estas festividades. Estamos a tiempo de recibir ese dinero y no hacer ningún movimiento financiero en dos días hasta no pensar si realmente necesito comprar aquel artículo o el ansiado viaje. Es el momento de realizar un presupuesto real haciendo una lista de prioridades y no de gustos. La idea es que mejoremos nuestros hábitos financieros. (O)

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Gunnar Lundh, Guayaquil