La Navidad es una fiesta cristiana que permite reunir a la familia para celebrar el nacimiento de Jesucristo en un pesebre, allí se mezclan costumbres según el lugar donde se lo celebre; en nuestro medio prevalecen los regalos especialmente para los niños y la cena de la familia, donde se ponen de manifiesto el entusiasmo y el amor de sus integrantes.

Si eso ocurriera en todos los hogares cristianos del mundo, podríamos decir que celebramos Navidad, pero lamentablemente la realidad es otra, tanto en nuestro Ecuador como en el lugar en el cual empezó la historia de la natividad, donde en la actualidad hay guerra y tristeza.

En nuestro país, donde la violencia e inseguridad es el “pan de cada día”, donde el gobernante se muestra indiferente al llamado de atención del pueblo para que enrumbe mejor al Gobierno nacional, y que la cosa pública sea manejada con transparencia

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ante denuncias de posibles hechos delictivos o corrupción, en perjuicio del erario de nuestro Ecuador, nos preguntamos si podremos gritar con alegría durante la Nochebuena: ¡Feliz Navidad!

El Gobierno, durante estas festividades de Navidad y Año nuevo, lo menos que puede hacer es que disminuya en buena medida la violencia en el país y que el pueblo pueda reunirse en esta festividad de fe cristiana para expresar su gozo y amor a la familia.

En medio de este estado de violencia que vivimos, ante el temor de una “desgracia”, pedimos en oración al Creador que esta Navidad tenga espacio para el amor, el perdón, la reconciliación, el respeto, la solidaridad y podamos realmente expresar con algarabía: ¡Feliz Navidad!

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La alegría e inocencia de los niños en la Nochebuena, y la esperanza de mejores días para el país, será nuestro mejor obsequio de Navidad.

A quienes se encuentren leyendo esta carta, les deseo una feliz Navidad y un excelente Año Nuevo. (O)

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Óscar Solano, Guayaquil