Siento indignación por los crímenes y asaltos que están creando miedo en la sociedad, pero sobre todo dolor, tras recientes robos a personas inocentes. Y es que no solo les quitan sus pertenencias, sino que les humillan con insultos y amenazas. Lamentablemente, este tipo de casos no son aislados. Cada día, más ciudadanos somos víctimas de una delincuencia, cada vez más violenta y cobarde que ataca a jóvenes, ancianos y familias enteras. Y lo peor de todo es que más garantías tiene el delincuente que el policía y eso por las malas leyes creadas.

Ecuador: ¿combatiendo o resistiendo la delincuencia?

¿Hasta cuándo permitiremos que los criminales actúen sin consecuencias? La seguridad no puede ser un privilegio de unos pocos.

Por todo lo mencionado exijo a nuestras autoridades de todo el Ecuador lo siguiente: reforzar la vigilancia en zonas críticas como en las calles donde hay tráfico pesado y también en los semáforos de avenidas donde los delincuentes aprovechan que los vehículos se encuentran detenidos; acelerar los procesos judiciales, porque la impunidad alimenta la reincidencia y que quienes delinquen cumplan condenas acorde con el delito cometido; y finalmente, es necesario que se invierta en la prevención como programas sociales para jóvenes en riesgo y rehabilitación efectiva en cárceles.

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Cambios radicales en el sistema de justicia

Como sociedad también debemos dejar de normalizar la violencia. No podemos seguir pensando que nada va a cambiar o que simplemente nos tenemos que rendir. La seguridad se construye entre todos, ya sea denunciando, apoyando a las víctimas y exigiendo transparencia a las autoridades que nos gobiernan.

Confío en que, mediante la presión ciudadana y la voluntad política, lograremos calles más seguras. (O)

Juan Carlos Andrade, Guayaquil