Él sabía desde hace mucho que sus horas estaban ya contadas, sin embargo, jamás claudicó en sus objetivos, sus sueños y sus quehaceres comerciales.
Edmundo se inició haciendo helados de agua, muy simples, y vendió sus primeras golosinas congeladas artesanalmente a cambio de la sonrisa de un niño. Esto dio paso a lo que después sería una gran industria. Su negocio fue creciendo, pero la estatura de sus logros jamás empañó su sencillez, su simpatía que lo convertía en el vértice de una tertulia.
Él supo ser puntual, nunca cerró las puertas de su despacho a los colaboradores. Con el tiempo desarrolló una estrategia de mercadeo del helado como no lo ha hecho nadie, primero con carretillas con el logo de su marca Pingüino y luego con los triciclos que llegaban con su producto aún más lejos.
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Fallece Edmundo Kronfle, fundador de helados Pingüino
Era un mago en la estrategia de mercadeo al detalle de un producto como el helado, durante mucho tiempo se lo apodó el Rey de los Helados y no se equivocaron. Su visión era extraordinaria para la inversión, lo cual lo llevó a dar un apoyo incondicional a la educación profesional superior en forma silente. No tenía poses, tenía una sonrisa amplia, era franco, de saludo a mano abierta firme al amigo, al cliente. Siempre colaboró con el desarrollo de su querida Guayaquil, ciudad que amó con mucha pasión.
Su legado es inmenso, en la parte industrial, comercial y financiera, hombres de esta generosidad y honestidad son los que nos hacen falta. A principios de año empezó a faltar a su oficina, a donde acudió hasta que llegó su partida. Él trabajó hasta cuando tuvo fuerzas, se llamaba Edmundo Kronfle, un hombre sencillamente ejemplar. Quienes conocimos su talante a fondo quedamos endeudados en gratitud con él para siempre. (O)
Gustavo Zevallos Baquerizo, analista profesional de seguros, Guayaquil