Khalil Gibran, uno de mis poetas y pensadores preferidos, sobre el trabajo dice: “Cuando trabajáis sois una flauta a través de cuya alma el murmullo de las horas se transforma en melodía”. Amar la vida a través del trabajo es estar iniciado en su más íntimo secreto. Todo trabajo es inútil salvo cuando hay amor, porque el trabajo es amor hecho visible.
Jamás olvidaré mis primeras jornadas en mi juventud en los oficios de un taller mecánico, ¡qué aburrimiento! Vivía como un pájaro enjaulado queriendo volar. Se lo dije a mi padre: “Yo no quiero esto; no me gusta”. Yo quería estudiar y dije: “Quiero ser médico”. Y feliz estudié por seis años la secundaria y nueve de universidad, los mejores años de mi vida; después estudié cuatro años más de Comunicación Social. Estaba en mi ritmo; estaba en mi salsa.
Aun ahora, que trabajo seis horas diarias, mi mayor alegría es atender pacientes pese a que ahora solo me visitan los más graves, pero esa emoción es la que me mantiene feliz y alegre. Lo que produce felicidad es lo de adentro, lo interior, ese mundo fantástico de las enormes satisfacciones propias; de ahí el “Conócete a ti mismo” y “Como pienses y ames así serás”. Recuerda siempre que lo eterno es el alma y a ella debemos satisfacer con las acciones sin hacer daño a los demás.
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Siempre haz lo que te guste; no te dejes obligar de nadie, porque naciste libre y debes morir libre. Todo trabajo es inútil cuando no hay amor o solo lo haces para satisfacer tu ego. Debe ser terrible para alguien que luchó por conseguir bienes toda su vida saber que de repente le toca irse sin llevarse nada lindo en su alma.
Recuerda: tú eres una flauta; tu trabajo es amor y las melodías siempre serán eternas e infinitas. Disfruta del trabajo y conviértelo en una bella canción.
Trabaja para ti. No le des tu amor a quien te explota. (O)
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Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro