Los estudios actuales indican que el inicio del consumo es entre los 12 a 13 años. El inicio o vía de entrada suele ser el alcohol y el tabaco, posteriormente la progresión observada es hacia marihuana y la cocaína en muchos casos, siendo esta progresión mayor cuanto más precoz es el consumo. Se han propuesto varias explicaciones para esta progresión en el consumo: pacientes con historia familiar de consumo, herramienta que utiliza el adolescente para “encajar” con un grupo de iguales, o para mejorar su nivel de socialización al permitir cierta desinhibición, o en algunos casos como recurso para adaptarse a situaciones nuevas, o difíciles vividas por el adolescente como son rupturas de pareja, separación de padres, adaptación a nueva institución escolar, cambio de vivienda, etc.

La diabetes y la insulina

Además de ello, un gran número de investigaciones científicas demuestra que el inicio precoz del consumo de drogas ilícitas se asocia con un consumo problemático de la droga, deterioro de la salud mental, adopción de conductas sexuales de riesgo y una mayor probabilidad de desarrollar conductas delictivas. Por lo tanto, nuestros adolescentes deben aprender a tomar decisiones en relación con las drogas y a su alta disponibilidad en nuestra sociedad, eligiendo entre la abstinencia o su consumo y deben estar informados sobre las consecuencias y los efectos que conlleva su consumo, en una etapa vital tan crítica como la adolescencia, donde se está formando la personalidad de ese individuo. El periodo de mayor riesgo de inicio en el consumo de drogas ocurre en la adolescencia mediana a tardía, por lo que esta etapa entre los 11 y 14 años es clave para tomar acciones preventivas y evitar que tu hijo experimente con drogas.

Los factores de riesgo son de vital importancia y deben ser conocidos por educadores, padres y profesionales para poder ser capaces de hacer intervenciones preventivas y para mejorar los niveles de protección de los jóvenes.

Publicidad

Nuevo ministro de Salud: ¿bien designado?

Las drogas traen graves consecuencias tanto a la salud física como a la salud mental del individuo que deben ser explicadas. Hay que hablar también sobre la posibilidad de que al niño le ofrezcan drogas en la calle, en el colegio y que lo pueden hacer incluso sus amigos.

Y por último es vital ponerse en contacto con profesionales ante la sospecha o confirmación del consumo de cualquier droga, para valorar la situación de manera conjunta y realizar una intervención adecuada. (O)

Alfredo Suquilanda Valdivieso, doctor en Jurisprudencia, Quito