En estos tiempos donde nada es completamente verdad ni enteramente falso, donde lo lógico parece ilógico y lo ilógico se vuelve aceptable, se ha hecho costumbre saturar las redes sociales con mensajes en contra del “otro candidato”.

El correísmo no estaba muerto, andaba de…

Las barbaridades que se difunden –ya sean creadas, copiadas, verdaderas o ficticias– circulan con furia. Se comparten con énfasis, con urgencia, casi con fervor, como si cada quien se sintiera llamado a develar la verdad absoluta, esa que ellos mismos defienden mientras prometen vigilar cada paso, cada error, cada tropiezo del, valga la redundancia, “otro candidato”.

Pensando en voz alta, creo que la mejor forma de desaparecer al “otro candidato” sería con la indiferencia.

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Gracias por hacer patria

Sin embargo, ocurre todo lo contrario: lo mencionan más que a su propio candidato. Lo nombran hasta en la sopa. Sus redes rebosan de insultos, descalificaciones y memes en su contra. Y yo me pregunto: ¿no será que, sin saberlo, le están rindiendo un homenaje permanente al que aseguran detestar?

Sonrío al imaginar que si “el otro candidato” les ofreciera un cargo público, creo que no dudarían en aceptarlo. Y con la misma rapidez con la que atacaban cerrarían sus redes, al menos mientras les dure el puesto. (O)

Luz-Gabriela Rodríguez, Guayaquil