Wilder Thornton decía: “existe una tierra de los vivos y una tierra de los muertos y el puente es el amor. La única supervivencia. El único significado”.
El mundo se ha ido haciendo a base del aprendizaje y del conocimiento. Dios nos dio el cerebro y todas las herramientas, sentidos, brazos y piernas para tener libertad y hacer lo queramos; así desde las cavernas o trepados en los árboles fuimos descubriendo el lenguaje usando la boca, la lengua, la faringe y los pulmones; fuimos poniendo nombre a todas las cosas; después observando las manos y los dedos le pusimos nombre del uno al 10 y de ahí le fuimos poniendo ceros hasta el infinito; y luego con el do, re, mi, fa, sol, la, si, descubrimos la música poniendo un espacio entre cada nota para darles cadencia y ritmo.
Los seres humanos, al principio, solo miraban hacia al frente y hacia abajo, pero luchamos hasta que logramos erguirnos para poder ver el Sol, la Luna, las estrellas y aprendimos a mirar al infinito e inventamos la forma de medirlo, luego nos dimos cuenta de que los ojos nos permitían ver todas las maravillas del mundo.
Publicidad
Descubrimos que con los oídos podíamos disfrutar de todas las melodías de la naturaleza y los instrumentos; que con el gusto podíamos probar de los más exquisitos manjares; con el olfato disfrutar de los más ricos olores de las flores; y descubrimos que con el tacto que era posible el amor al palpar con delicadeza la piel de los niños y la mujer amada.
Luego descubrimos que el corazón no solo servía para latir. Y los pies siempre con los dedos hacia al frente como guía para decirnos que el futuro siempre es hacia adelante rumbo al infinito. Debemos tener siempre presente, como decía Séneca: “que lo importante no es a dónde vas sino quién eres tú”. (O)
Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro