El pasado domingo, 19 de enero, se realizó el publicitado debate organizado por el organismo dependiente del Consejo Nacional Electoral, integrado por miembros con muchos años al frente de los procesos eleccionarios, en funciones prorrogadas y cuestionadas, así como recibiendo sueldos dorados, además de los privilegios de viajar por el mundo organizando a los compatriotas migrantes.
Los cómo del debate presidencial
Con mucho esfuerzo y, por qué no decirlo, a regañadientes, para poder comentar el evento, tuve la paciencia de sentarme –por más de dos horas– frente al pequeño televisor de mi hogar para ver el desenvolvimiento de los candidatos presidenciales, sometidos al escrutinio público, incluyendo las cuñas comerciales.
Los conductores, colegas de la televisión con mucha experiencia, tuvieron que hacer el mayor esfuerzo para seguir el esquema diseñado para el debate, convirtiéndose en cronometristas implacables para las preguntas y respuestas de los debatientes, a veces con intervenciones de máximo 25 y 90 segundos, con la mirada escrutadora del notario contratado. En esa andanada de preguntas, respuestas y contrarréplicas, los candidatos se encontraban desorientados, agresivos, dubitativos y sin saber qué responder, aunque la mayoría había llevado escritas las consabidas “pollas” de los estudiantes en edad escolar y colegial, escritas por sus “experimentados” asesores políticos.
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Concepto torpe de la democracia
Así transcurrió el tiempo fijado por el comité asesor del CNE y, al sonar la campanilla del tiempo establecido, las dos tandas de presidenciables se retiraron del set de televisión, sin pena ni gloria.
En el transcurso de los días subsiguientes, cada presidenciable se consideró ganador(a) de la contienda verbal, y con el ánimo suficiente para seguir en la campaña electoral en cada territorio de la geografía nacional, porque según ellos es la mejor encuesta que pueden conocer, al tener contacto con el pueblo decidor de sus suertes.
Preguntas abiertas: ¿Qué debe hacer el Gobierno para disminuir la tasa migratoria del Ecuador? (O)
La última palabra la tendrán los miembros del Consejo Nacional Electoral cuando den a conocer los resultados finales de las votaciones presidenciales, sino y por sobre todo los que llegarán a ser parte de la Asamblea Nacional, muchos de los cuales tuvieron que pedir licencia para aspirar a la reelección. El domingo 9 de febrero del año en curso sabremos hacia dónde se dirigirá el país, con los actuales o con nuevos mandatarios, y con nuevos asambleístas o con los que resultaren reelegidos. También de los parlamentarios andinos y otros, de varias regiones en el mundo. Esperemos que no haya fraude electoral, a vista y paciencia de los observadores internacionales que llegarán al país. (O)
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Francisco Medina Manrique, periodista, Guayaquil