El Día del Libro es una conmemoración celebrada cada 23 de abril a nivel mundial, con el objetivo de fomentar la lectura, la industria editorial, así como la propiedad del derecho de autor; es un acontecimiento internacional promovido por la Unesco. El 15 de junio de 1989 se inició en varios países, y en 2010 la celebración ya había alcanzado más de 100.
Esta fecha es una oportunidad para reflexionar sobre el origen del libro. El libro se considera hoy en día como una expresión de la libertad humana, colectivamente el atrape de la cultura.
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Este día fue propuesto por la Unión Internacional de Editores (UTE) y fue presentado por el Gobierno español a la Organización de las Naciones Unidas, dedicada para la educación, la ciencia y la cultura (Unesco).
Debemos identificar el origen del libro. Se explica que en la tierra de Elam- actual República de Irán- hace más de seis mil años apareció un sistema de símbolos impresos en ladrillos. Había nacido la escritura denominada cuneiforme, que fue desarrollada después de los sumerios, en Mesopotamia. En estos ladrillos se informaba, mediante cuñas, sobre la vida cotidiana, las cosechas, las guerras, la vida hogareña, etc. Más tarde floreció la escritura pictográfica, es decir, las imágenes de seres humanos, plantas y animales que representaban situaciones de la sociedad y de la cultura de entonces. Esta escritura se halló en las pirámides de Egipto y sus alrededores. Pero con el tiempo surgió la escritura ideográfica que dio origen a la fonética y la silábica. Con la creación de la escritura se dio un salto cualitativo sobresaliente, que hizo posible la expresión de los pensamientos en signos con significados. Terminó así la prehistoria y nació la historia.
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Así llegamos a los historiógrafos, quienes registran que en la humanidad han existido tres revoluciones: la del lenguaje, la escritura y la revolución de la imprenta; otros añaden la revolución del libro. El lenguaje significó el comienzo de la revolución cultural nunca conocida, al producirse, en el homínido más evolucionado del pensamiento o capacidad cognitiva. La escritura, en cambio, implicó el registro del pensamiento en tablas y ladrillos, y la imprenta hizo posible la producción en serie de un invento maravilloso: el libro.
Entonces aparecieron los primeros escritores, desde el punzón y tablillas de barro, que dieron origen a la escritura cuneiforme, pasando por la escritura jeroglífica e ideográfica con la invención del papiro en Egipto, del papel en China y del pergamino en Grecia, los primeros escribanos dieron rienda suelta a su imaginación mediante signos o letras que se relacionaban con sonidos. Los mayas también tuvieron escritos mixtos porque combinaron los ideogramas con significados fonéticos. Se cree que la escritura con alfabeto tiene unos cuatro mil años de antigüedad.
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Las famosas tablas de la ley fueron los antecesores de los libros junto con los papiros, donde se registraron las sagradas escrituras.
Con 700 años de vida, aproximadamente, el libro tiene vida para rato, aunque para los agoreros del desastre anuncian su muerte con el advenimiento tecnológico del libro digital. La experiencia ha dado la razón a los amantes de los libros físicos, por lo que representan, contienen y por los recuerdos que reviven. (O)
Nelson Humberto Salazar Ojeda, escritor, Quito