La educación no solo se trata de aprender números o historia, también implica conocerse a uno mismo y entender nuestras emociones. En Ecuador, la educación socioemocional está tomando protagonismo, buscando formar estudiantes que puedan gestionar sus emociones y relacionarse mejor con los demás.
Incorporar este enfoque en el currículo permite que los estudiantes desarrollen habilidades esenciales, como la empatía, comunicación asertiva y resiliencia. No basta con ser bueno en matemáticas o literatura, también es crucial saber cómo enfrentar los desafíos emocionales de la vida.
El Ministerio de Educación del Ecuador ha reconocido la importancia de este tipo de educación, integrándola en las escuelas para formar individuos más equilibrados. Aprender a controlar las emociones permite tener una convivencia escolar.
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Enseñar a un estudiante a reconocer su enojo o tristeza y gestionarlo de manera saludable reduce el acoso escolar y promueve un ambiente de respeto y colaboración. Es un paso clave para crear una sociedad más justa y solidaria.
Además, la educación socioemocional ayuda a prevenir problemas como el estrés o la ansiedad, que afectan el bienestar de los estudiantes. Al desarrollar la autoconciencia, los jóvenes pueden enfrentar los retos con más seguridad y serenidad.
Como docentes, nuestra labor es acompañar a los estudiantes en este proceso de crecimiento emocional. Debemos enseñarles no solo conocimientos académicos, sino también cómo ser mejores personas. El impacto de esta enseñanza perdurará mucho más allá de las aulas.
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Preguntas abiertas: ¿Qué sanciones deben aplicarse para quienes ocasionen incendios forestales? (O)
La inserción curricular de la educación socioemocional es un gran avance en Ecuador. Con ella, estamos sembrando las bases de una generación más empática, resiliente y preparada para enfrentar los desafíos del futuro. (O)
Roberto Camana-Fiallos, escritor y docente investigador, Ambato