El amor está colgado en el sol, que irradia vida; está en la luna, que deslumbra con su belleza; está en la naturaleza, cubierta de encanto, de colores y aromas.
El amor está en el mar que vive acariciando todos los días la playa. El amor está en los regalos que nos da la naturaleza y que olvidamos apreciar.
El amor está en la magia de los colores mediante una mezcla de hechizo natural.
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El color rojo predomina en febrero, llenando los corazones de pasión.
En esta época del año buscamos en un jardín una flor para ofrecer a nuestro ser amado, o una canción romántica para dedicar, o un poema para expresar los sentimientos del alma.
El amor es el aliciente que nos permite alcanzar sueños y metas, nos motiva a ir más allá de la locura, conquistando lugares que se hacen imposibles de llegar. Este sentimiento nos permite mirar la vida diferente, convencido de que este lo transforma todo.
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“El amor no existe”, pregonaba un profesor de economía y nos reprochó un día: “¿Dónde está el amor?, ¿ustedes lo pueden ver, lo pueden palpar? No. Yo sí puedo ver un mueble, un objeto, pero no el amor. El amor no existe”.
A estas interrogantes y quejas quiero responder que el amor está en cada lugar; solo basta descubrir con la mirada y poder palpar que el amor está frente a nosotros y que no hemos sabido valorarlo.
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Cuánta ternura irradia una flor con solo mirarla, un niño con su inocencia, un amanecer con su color, un animal con solo tocarlo. Esta ternura es parte del amor. La existencia de estos momentos es donde se encuentra el amor.
La química del amor está en cada uno de nosotros. Es necesario cultivarlo a diario amando a la vida y seres queridos.
En estos tiempos el mundo tiene que volver a expresar el amor del bueno. (O)
Evelio Patricio Reyes Tipán, Santa Elena
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