Hablar de valores es usual, lo que parece una distopía es convivir en nuestro entorno con personas que se presentan como seres desadaptados. En estos tiempos, donde prima la ausencia de valores y prevalece el abuso, maltrato y la delincuencia, es una verdadera suerte poder rodearse de personas nobles, buenas, honestas y educadas, pues esto a veces pareciera algo improbable, y en muchos casos hasta un milagro.

Es una verdadera suerte poder rodearse de personas nobles, (...), pues esto a veces pareciera algo improbable...

Por lo tanto, ni la condición, raza, edad, ideología o educación priman como factores determinantes que impliquen o den la seguridad de que las personas actúen en favor de lograr una armonía ambiental y que más bien sean descubiertas como unas granujas, por el insano proceder en cuanto a sus actitudes que conlleven a ser vistas por su advenedizo comportamiento y su naturaleza como el típico parásito social que “no vive ni deja vivir”. Con lo expresado, puedo afirmar que no se necesita ir tan lejos para identificar a estas personas, pues a veces la mala fortuna también implica que, con solo voltear, uno tenga que respirar un aire tóxico, producto del veneno que emanan sus almas. (O)

Lorena del Carmen Bodero Arízaga, máster en educación, Daule