Los periódicos nos informan de lo que pasa aquí y en el mundo, y los lectores formamos la opinión pública, y esta está tomando la siguiente fisonomía: estamos frente a un Gobierno que busca soluciones, lo cual es evidente. Lo digo así porque el momento demanda cambios fuertes, profundos, y su ausencia podría poner en peligro la democracia.
Cambios necesarios en la generación de energía
En Ecuador somos inmediatistas. Si hoy Daniel es el presidente, él es el culpable de los apagones, cosa que no es verdad. Confiamos en los esfuerzos del Gobierno. Una suprema necesidad de hecho constituye una suprema razón de derecho. Centuplicaremos la producción de energía termoeléctrica, eólica y solar; en esto está empeñado el Gobierno. Pero la gente quiere también que el presidente deje oír su voz de protesta con respecto al comportamiento de un grupo de jueces que neutralizan la labor importante que hace la Policía.
Este Diario en la edición del 27 de octubre publicó una nota cuyo título incluye la frase “sin esperanza de lograr trabajo”, y afirma que tres de cada diez trabajadores tienen empleo adecuado. Esto no puede ser. El presidente fundamentado en el inciso segundo del numeral ocho del artículo once de la Constitución, y existiendo razones justificativas, debe poner en vigencia el contrato de trabajo por horas tal como lo propuso en la última consulta, fórmula que según el Gobierno aliviaría la falta de empleo. Hay que recuperar la esperanza.
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Los apagones y la educación financiera
En otro ámbito, me permito preguntar si la Contraloría General del Estado ya tiene preparado el proyecto de reformas a su régimen institucional para evitar las varias formas para dejar caducar las glosas millonarias. En las noticias nos dice también que la Fiscalía alegó que un contralor desvaneció glosas millonarias a cambio de sobornos. Esto tampoco puede ser.
Hay que incluir en las reformas el evitar que ante la misma Contraloría se hagan los desvanecimientos. Hay que apelar a la ley. (O)
Rafael Mendoza Avilés, abogado, Guayaquil