Quiero dedicarle estas palabras que nacen desde el corazón. Usted no solo fue un educador, sino un guía, un ejemplo y una fuente de inspiración que marcó mi vida. Su pasión por enseñar dejó huellas imborrables en quienes tuvimos la suerte de aprender de usted.
Cada clase suya era una invitación a descubrir el mundo, a cuestionar lo establecido y a soñar más allá de los límites. Con paciencia y dedicación, logró que temas complicados se transformaran en aventuras fascinantes. Nos enseñó que el conocimiento no solo está en los libros, sino también en la curiosidad y la experiencia.
Publicidad
Recuerdo cómo siempre tenía tiempo para escuchar nuestras inquietudes y cómo nos motivaba a ser mejores personas. Su forma de enseñar iba más allá de las materias; nos inculcó valores como la empatía, la perseverancia y el respeto. Usted nos mostró que la educación es una herramienta poderosa para cambiar vidas y construir un mejor futuro.
En su aula no solo aprendimos lecciones académicas, sino también lecciones de vida. Nos enseñó a creer en nosotros mismos y a enfrentar los desafíos con valentía. Cada palabra suya era un impulso para seguir adelante, incluso cuando las circunstancias parecían difíciles. Usted fue un faro de luz en momentos de incertidumbre.
Publicidad
Día del Maestro Ecuatoriano: el docente y la juventud
Hoy, quiero agradecerle por todo lo que hizo por nosotros, por su entrega y por su amor hacia la enseñanza. Usted es un ejemplo vivo de que los maestros tienen el poder de transformar vidas. Su legado vive en cada uno de nosotros, en nuestras metas alcanzadas y en nuestros sueños por cumplir.
En este día celebro su labor incansable y su compromiso con la educación ecuatoriana. Gracias por ser una inspiración que nos impulsa a ser mejores cada día. (O)
Roberto Camana-Fiallos, escritor y docente investigador, Ambato