El músico a entonar su melodía, el médico a curar, el poeta a soñar, todos a disfrutar la vida, que al final nos queda un solo destino: Dios y el infinito.

La ruta comienza en la concepción y termina al nacer, de ahí a un mundo maravilloso, inteligente que se mueve solo con todo hecho, a la “inteligencia humana” solo le queda descubrir todos los secretos que guarda la naturaleza.

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Gracias por hacer patria

Khalil Gibran declaraba que al nacer se nos asigna nuestra tarea en el corazón; yo diría en el cerebro. Dicen los científicos que la parte izquierda del cerebro es la que piensa, calcula, analiza, razona; la parte derecha es la que ama, la que se enternece ante la presencia de una flor, de un niño, de un amanecer.

El hemisferio izquierdo del cerebro razona, mientras que el derecho ama, y entre estas dos condiciones el ser humano debe navegar como un barco dejando una estela (pasado), rumbo a la esperanza (futuro), viviendo la realidad que es el ahora.

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Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo 2025

Lo mismo pasa con la inteligencia situada en la parte más alta de nuestra economía, tremenda computadora con más de 100.000 millones de células (neuronas) que lo escudriñan todo a través de los más sofisticados radares (nuestros sentidos), que nos obliga a explorar un universo maravilloso donde debemos vivir, exploración de poco tiempo que deberíamos disfrutar porque el final está en la esquina y gozar junto al corazón que nació con nosotros, el cual late, late y late y nos indica que el único camino es Dios, que se manifiesta a través del amor: amor a la familia, a los hijos, a la mujer amada, a la naturaleza, al orden, la poesía, la escultura, la melodía, todo, disfrutar de todo sabiendo que no nos llevamos nada y nos vamos solos.

La libertad de expresión

Para vivir feliz, yo que he vivido con la sencillez más alegre y me ha ido bien creyendo en Dios. (O)

Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro