Hace un par de años, después de haber vivido intermitentemente en Alemania, de vuelta en Guayaquil le conté al conductor de mi expreso que quería retomar el ciclismo. “¡Cómprese, entonces, de paso un ataúd también!”, me dijo.
Creo que eso refleja el pensamiento colectivo de que las bicicletas solo pertenecen al parque Samanes y no a otros lugares.
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¿Por qué obligar a la gente a usar solo los espacios designados en vez de hacer de Guayaquil una ciudad amigable para los ciclistas?
¿Por qué no considera a esta como un medio de transporte y no solo de recreación?
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Ver personas pedaleando en las calles refleja que hay usuarios que las usan de las dos formas.
¡Por más espacio para las bicicletas y otros deportes sobre ruedas! (O)
Karen Rodríguez Cruz, maestra de educación inicial, Brisgovia, Alemania