En la mitología griega, Aquiles fue un héroe de la guerra de Troya y uno de los principales protagonistas y más grandes guerreros de la Ilíada de Homero.
Por su parte, el Aquiles de Guayaquil nunca fue de mis preferidos, su carácter confrontador me advertía que, como decía mi abuelita, “ese hombre es peleón”.
Aquiles hace gala de su homónimo con el héroe griego, es veloz para reaccionar e impetuoso con las armas tecnológicas que la globalización pone a nuestro servicio; también es incansable, desprendido y trabajador.
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Pero lo que aconteció después de los resultados electorales, aceptados por todos y objetados por los de siempre, Aquiles dio muestra de lo que es ser un caballero, un hombre de principios, conocedor de que en la guerra hay que tener resolución; en la derrota, desafío; en la victoria, magnanimidad; y en la paz, buena voluntad, como decía Winston Churchill.
El correísmo no estaba muerto, andaba de…
Doy como verdad que una gran cantidad de ecuatorianos no comulgan con su proceder, pero asimismo estoy sumamente convencido de que la actitud que demostró después del cuestionado proceso electoral debería replicarse en escuelas y colegios, para enseñarles a nuestros hijos que así se debe proceder.
Felicitaciones, Aquiles, usted ha demostrado hombría de bien, entereza, capacidad y, aunque no es una de sus cualidades, cedió ante la verdad irrefutable, aunque los cielos se desplomen.
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Hay que seguir trabajando, luchando por rebatir denuncias infundadas o no (no me compete analizarlo), trabajando por su ciudad, que es de todos los ecuatorianos, y sobre todo no desmayando en metas, aspiraciones y objetivos planteados.
Con lo que usted ha hecho se ha demostrado al mundo que se puede tener varias diferencias, irreconciliables hasta el cansancio si usted así lo considera, pero cuando hay que ser justo, no hay techo, barreras ni piso que puedan encasillar a un hombre valiente. (O)
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Martín Gallardo Valarezo, Mayor (r) Msc., Quito