La metodología activa en ciencias sociales cobra vida a través de simulaciones vívidas de eventos históricos del Ecuador. En las aulas, los estudiantes no solo aprenden sobre el pasado, sino que lo experimentan en primera persona. Convertirse en protagonistas de la Asamblea Constituyente de 1830 o de la Convención de 1901 es un viaje en el tiempo que despierta su curiosidad.

Estas simulaciones trascienden los libros de texto. Los estudiantes se convierten en líderes y ciudadanos de épocas pasadas, enfrentando los mismos dilemas y decisiones cruciales. Caminan por los pasillos de la historia, sumergiéndose en debates, tensiones y las aspiraciones que dieron forma a la nación.

La metodología activa no solo enseña contenido histórico, sino también habilidades cruciales. Los estudiantes desarrollan pensamiento crítico al considerar diferentes perspectivas y motivaciones de los actores históricos. Además, cultivan la empatía al entender las dificultades y la complejidad de las decisiones que se tomaron en el pasado.

Publicidad

Estas simulaciones no son meros ejercicios, sino experiencias transformadoras. Los estudiantes se sumergen en el contexto social, político y económico de la época, descubriendo cómo eventos históricos siguen influyendo en la sociedad. Así aprenden que la historia más que fechas es una narrativa viva y continua.

La metodología activa en ciencias sociales, con sus simulaciones de eventos históricos realistas, trasciende las barreras del aula. Los estudiantes no solo adquieren conocimientos, sino que internalizan lecciones sobre toma de decisiones, consecuencias y la complejidad de la construcción de una nación.

Estas vivencias no son solo enriquecedoras, sino que forjan una comprensión profunda de la historia y a ciudadanos críticos y comprometidos con su país. (O)

Publicidad

Roberto Camana-Fiallos, docente investigador, Ambato