El pasado 13 de abril fue una fecha de gran importancia para los ecuatorianos porque se celebró el Día del Maestro ecuatoriano, día de gratitud y reconocimiento a la persona que realiza la profesión más grande y noble, donde la vocación profesional la desarrolla con alegría, responsabilidad y traspasa los límites de la sombra y oscuridad para dar paso a la luz del desarrollo conocimiento y libertad, laborando para hacer cumplir uno de las derechos universales: la educación.

Pensamientos por el Día del Maestro Ecuatoriano

El maestro es el primer amigo que da su mano al estudiante para enseñarle a volar y conseguir la libertad.

¿Quién no recuerda con cariño al maestro que le enseñó a escribir su nombre?, ¿o a aquel que lo introdujo en un mundo de sueños mágicos para enseñarles al niño y al joven las grandes bases para vivir en libertad?

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Recordemos al primer maestro del mundo, Jesús, quien fue un grandioso ejemplo para nuestras vidas al enseñarnos a encontrar el camino de la verdad, justicia y amor por medio de la fe.

Conmemorando el Día del Maestro ecuatoriano

En nuestra galería de educadores ecuatorianos tenemos a Juan Montalvo, defensor del derecho a la educación, nació en Ambato el 13 de abril y cada año se celebra este día en honor a su gran entrega y lucha por alcanzar un mundo de igualdad.

Hemos tenido grandes maestros que hicieron de su profesión un ejemplo a seguir, que enarbolaron la lucha contra el analfabetismo y empezaron a subir la pirámide del saber dejando su legado como una luz de esperanza para futuras generaciones.

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El Día del Maestro Ecuatoriano

Rindamos homenaje cada día a los maestros que cumplieron su magnífica labor como docentes y se retiraron igual como llegaron, por la puerta grande y dejando una estela del saber. Honremos al maestro rural que para llegar utilizaba medios para transportarse: carros, canoas, caballos e incluso a pie, pero llegaba con alegría pues su vocación prevalecía ante todo; les recuerdo a todos los profesionales que fueron formados por estos maestros, que no hay labor más digna, leal, justa y honesta que la del maestro que vive y muere humilde, pero con la riqueza del deber cumplido. (O)

Alicia de Jesús Carriel Salazar, docente, Guayaquil